D icen de Ignacio Sardá quienes más lo trataron que era persona de vocación inconformista y pensamiento heterodoxo. Este año que ya está a las puertas de su ocaso se celebraba el centenario de su nacimiento en Carbajales de Alba. A mí, bien lo sabes paciente lector, siempre me caen bien los heterodoxos con sustancia y fundamento. En este caso además del cariño y parentesco que me une a su familia.

De la sustancia que segregaba Ignacio Sardá y del fundamento de que estaba hecha su razón práctica, dan buena cuenta sus lecciones y sus escritos, pero sobre todo sus compañeros y sus alumnos. Me cuentan que fue culto y cultivador, fue pensador, poeta y filósofo en el más amplio y a la vez estricto sentido de la palabra; fue amigo de la sabiduría pero ante todo y sobre todo "maestro". De palabra y obra fue maestro, se sintió maestro y ejerció durante toda su vida de maestro. Recojo de la página web "Carbajales de Alba Información" la siguiente cita de su hijo ilustre: "Las personas que dedicamos nuestra vida a la enseñanza tenemos que ser conscientes de que no debemos dar por concluida nuestra formación hasta la muerte". Antes de que esta le llegara (1979), tuvo tiempo para publicar catorce obras y escribir otras más de cincuenta.

Una pequeña, pero muy cuidada recopilación ha sido mostrada durante parte del año en la Escuela Universitaria de Magisterio, en el Campus Viriato. El día de la inauguración todos los presentes coincidían en señalar que ese era el mejor sitio para acoger esos fragmentos de su legado, tal como en su día coparticipé en la decisión de que la fachada de la Casa de la Cultura fuera el mejor acomodo para su bronce. El pleno del Ayuntamiento de Zamora en 2003 lo nombró a título póstumo hijo adoptivo de Zamora, distinción que esta semana le fue entregada físicamente a su viuda por el alcalde de la ciudad.

Los mejores heterodoxo suelen ser aquellos que conocen la ortodoxia mejor que el resto. Como Lutero y su Reforma de la Iglesia o como algunos grandes pintores, poetas o novelistas, que siendo grandes conocedores de la técnica decidieron ir un paso más allá y transgredirla, en contra del rigor académico, para dar con sus huesos, plumas o pinceles en el surrealismo, cubismo, expresionismo y todos los "ismos" que en uno u otro momento transcendieron a lo tradicional. Sardá no lo fue tanto en su obra, muy sometida a los cánones formales de la época y a los contenidos intelectuales de sus escritos, pero sí en su actitud vital y en el ejercicio de su vocación vital, el magisterio.

Hoy España se ve ante las urnas más peculiares de los últimos lustros. Voten si así lo estiman. Sean ortodoxos o heterodoxos, pero sobre todo, sean libres y defiendan esa libertad para ir a favor de corriente o contra ella.

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