A votar porque el destino está en nuestras manos. Eso se dice. No soy escéptico ni crédulo. No es lo mismo un resultado que otro, pero en la combinatoria que tenemos por delante apoyas a A y resulta que se asocia con B o C: las razones que te llevaron a votarlo vuelan y quizá acabe ocurriendo lo último que desearías.

A mi juicio hay un denominador común si se trata de los grandes partidos en liza: la reforma de la Constitución. Unos la afirman abiertamente y otros a media voz, incluso en los últimos días parecen recular pero se trata en tal caso de un mero cálculo electoral. Una reforma que no se detalla salvo en aspectos puramente circunstanciales que en ningún caso justificarían meterse en semejante lío. ¿De qué hablan entonces cuando callan?

A mí no me cabe la menor duda. El horizonte, en todas las variantes electorales que se quiera, es una reforma constitucional que abra el camino a la autodeterminación de Cataluña y tal y tal y tal, por no hablar abiertamente de independencia.

Una carta magna reformada que permita sacar adelante la doctrina Fernández-Miranda, en su día eje de la transición y ahora de este paso aún más trascendental: de la ley a la ley. Ay.

Hasta la fecha los intentos secesionistas han chocado con la sinrazón, por ilegales, de sus propios planteamientos. Ahora se trata de que el "prusés" y demás vectores paralelos se ajusten a la ley. Muy mal asunto.