Los meteorólogos parecen sorprendidos, cada vez que asoman por la pequeña pantalla, por las altas temperaturas que disfrutamos en España, a estas alturas de diciembre, con el invierno y la Navidad, por ese orden, llamando a la puerta. El próximo martes, a las 5:48 horas el invierno se enseñoreará del calendario. Solo entonces se prevé que las temperaturas desciendan. No obstante serán superiores a las habituales en España, aunque la predicción para enero, febrero y marzo es que haya mayores precipitaciones, precisamente en la zona noroeste que ocupa Zamora, mientras que en el resto del territorio se espera que alcancen valores normales.

Por si acaso y conociendo como conocemos la forma que tiene de retorcer el rabo la meteorología local y provincial, tocaremos madera y cruzaremos los dedos. Este año, de nieblas hemos ido bien servidos, y no se puede hablar en pasado. El cencello no ha hecho acto de presencia y eso es lo que me escama. Ningún año nos libramos de todos los fenómenos habidos y por haber que hacen frío, yo diría que helado, el invierno de Zamora.

El otoño, según la Agencia Estatal de Meteorología ha sido cálido y seco, registrando una temperatura 0,4 ºC por encima de la media y con un 18% menos de precipitaciones con respecto a la media del trimestre. La preocupación de los hombres y mujeres del tiempo es precisamente esa, la ausencia de precipitaciones. Al parecer necesitamos que llueva sobre el asfalto y en los campos y que nieve en las montañas.

Si tiene que llover, que llueva. En cuanto al frío, no soy tan condescendiente. No le veo el encanto por ninguna parte. Lo siento por las matanzas que necesitan heladas y al parecer un frío de narices, pero, en lo que a mí respecta, perdono el bollo por el coscarón, con todo el cariño del mundo para mi querida amiga Laura Esteban, magnífica directora técnica de la Marca de Garantía Chorizo Zamorano, que tanto se desvela por darlo a conocer allende las fronteras provinciales. Para lo único que el frío debe ser bueno es, precisamente para eso, para las matanzas, porque gripes y catarros están a la orden del día y en mi caso se concatenan que es lo que más rabia me da.

Parece ser, según los amigos del dato, que el presente es el decimotercer otoño más cálido de la serie histórica, y el sexto desde que empezó el siglo XXI, con respecto a los valores de la media del período que va de 1981 a 2010. Yo no sé si estas cosas tienen que ver con el temido calentamiento global, siempre se han producido fenómenos extremos en tiempos en los que no se hablaba de cuestión tal, lo que sí sé es que el hecho de que se produzcan con más frecuencia sí se puede atribuir al cambio climático. De momento y mientras el mercurio no fluctúe en exceso, sigamos disfrutando de las temperaturas que nos regala el otoño de 2015.