Nadie puede poner en duda a estas alturas que los principales protagonistas de la recuperación económica del país han sido los ciudadanos, quienes han dado un impresionante ejemplo a la hora de comprender el proceso de reformas que el Gobierno del Partido Popular ha tenido que llevar a cabo para sacar a España del abismo en el que nos dejó el Gobierno del Partido Socialista.

El próximo domingo no celebramos unas elecciones más. Nos jugamos avanzar hacia la recuperación y el empleo, o retroceder a la crisis y el desempleo, a las políticas trasnochadas de los socialistas, que nos llevaron al borde de un rescate al que sí se vieron obligados países como Portugal y Grecia, o dejar el país en manos del radicalismo de Podemos aupado por los socialistas de Pedro Sánchez.

Corremos el riesgo de que un PSOE a la desesperada apoye a Podemos, y Pablo Iglesias se convierta en un miembro de Gobierno. Nadie debe olvidar que ha asesorado a la Venezuela de Chávez y Maduro, y que también propone el derecho a decidir en Cataluña.

¿Es eso lo que quieren los españoles para España? Insisto en que los españoles nos jugamos mucho.

Nadie puede reprochar a Mariano Rajoy que no haya hecho las cosas buscando lo mejor para España y los españoles, por encima de intereses partidistas y electoralistas. Incluso, le honra haber reconocido que muy a su pesar se vio obligado a incumplir el programa electoral solo por salvar al país, ya que la envenenada herencia dejada por los socialistas era mucho peor de lo que se conocía.

Hace cuatro años los cajones estaban llenos de facturas impagadas de la Administración a pequeños y medianos empresarios; se destruían miles de puestos de trabajo al día; el déficit público estaba disparado; y la desesperanza y el desasosiego reinaba entre los ciudadanos que no veían nada claro el presente, ni mucho menos el futuro.

Los españoles confiaron en el Partido Popular, en la política de reformas que nos obligó a todos a abrocharnos el cinturón, a gestionar el país como si fuera nuestra propia casa. Y Mariano Rajoy no les ha defraudado porque hoy se puede decir alto y claro que la situación del país ha cambiado radicalmente en un tiempo récord de cuatro años.

Cuatro años en los que el trabajo realizado ha dado sus frutos, aunque queda todavía mucho por hacer. Ahora se crea empleo y la economía crece. Hemos logrado salvar el estado del bienestar que el Partido Socialista puso en peligro. Los pensionistas cobran puntualmente sus pensiones, que en ningún caso han sido congeladas. Los funcionarios recuperan progresivamente la paga extra retenida en su día, y muchos españoles han recuperado el empleo perdido en los peores momentos de la crisis.

Pues bien, el 20 de diciembre no solo se decide por unas siglas sino por seguir avanzando con un Gobierno experimentado como es el del Partido Popular o por otras opciones basadas en las ocurrencias de turno y en la inexperiencia, opciones que ponen en peligro todos los logros obtenidos estos cuatro años con el esfuerzo de todos los españoles.

Algunos de ellos incluso hacen sus propuestas desde la más absoluta ignorancia cuando pretenden suprimir los municipios de menos de 5.000 habitantes y las diputaciones provinciales. Esto es un ataque sin precedentes al mundo rural y a sus habitantes, un menosprecio hacia el principio de igualdad que distingue a los países avanzados y desarrollados de los que no lo son.

Los ciudadanos tienen derecho a recibir los servicios básicos con independencia de donde vivan, y los ayuntamientos en España no son un problema como algunos pretenden hacer ver, ya que el 90% de ellos tienen superávit, y han sido protagonistas de la recuperación económica en la que está inmersa España.

Los españoles deben tener muy claro lo que quieren a partir del próximo 20 de diciembre. Y solo tienen dos opciones. Una, la que representa el Partido Popular. Y otra, la de un gobierno de Podemos apoyado por el PSOE y por Pedro Sánchez, quienes reeditarán los pactos de perdedores de hace solo unos meses en ayuntamientos como Madrid, Barcelona, Santiago de Compostela, cuya nefasta gestión pagan ahora injustamente los ciudadanos.

Por eso, el voto útil es aquel que lleva las papeletas del PP. El voto a partidos minoritarios restará y no sumará para hacer una mayoría de estabilidad que necesita España y, por lo tanto, será como tirar el voto, o favorecer un gobierno de izquierdas muy negativo para España.

(*) Candidato del Partido Popular de Zamora al Congreso de los Diputados