En un principio pensé haberlo titulado: "Hace falta ser bestias", me pareció un poco duro y lo he dejado en este más light de "Objetos de robo", para referirme a todo lo que es susceptible de ser robado en España por mafias perfectamente organizadas que ya no se conforman con bancos y cajas o con allanar el hogar dulce hogar de los españoles. Las miras de la delincuencia nacional e internacional están ahora puestas en las aceitunas o directamente en el oro líquido, es decir, en el aceite de la mejor oliva, en las setas, sobre todo en temporada y en las almendras. Con las setas, las bandas, desconocedoras de los intríngulis de la micología, han organizado un "seticidio" o "boleticidio" de padre y muy señor mío.

Los robos de estos productos están a la orden del día y Zamora no es ajena, desgraciadamente, a esta moda imperante entre las nuevas bandas. Asaja ha denunciado que los daños van mucho más allá. Al parecer, según esta asociación, destrozan las casetas, se llevan las herramientas, generadores, motores de riego, todo lo que pillan por medio. Además, en algunas explotaciones ganaderas arman sarracinas de agárrate y no te menees cuando entran a robar, hasta el punto de descuartizar una vaca a la que solo le quedan la cabeza y los huesos, digo yo que para el cocido.

De momento van ganando. De momento van saliéndose con la suya, a pesar de los esfuerzos de la Guardia Civil. La nocturnidad con que perpetran sus desmanes ayuda lo suyo. No se puede permitir que estos robos vayan a más como viene ocurriendo, entre otras cosas también por los destrozos que originan en los árboles.

Un litro de aceite virgen extra cuesta, en dinero, cuatro veces más que un litro de gasolina. Y eso es mucho dinero que está al alcance de cualquier mano en dehesas, cortijos y fincas olivareras fundamentalmente de Extremadura y Andalucía. Los robos de aceitunas han existido siempre, pero en pequeñas cantidades, sin embargo en la actualidad se están disparando desaforadamente, como si les fuera la vida en ello. Del saco de aceituna se ha pasado directamente a las toneladas.

No me extraña que en los lugares afectados los agricultores se agrupen en patrullas de vigilancia nocturna, porque, a este paso, como las mafias organizadas sigan haciendo de su capa un sayo, una forma de vida, toda una cultura desaparecerá del mapa patrio sin remisión posible. Al aceite hay que añadir los otros dos productos estrella: las almendras, tan solicitadas en la campaña de Navidad, y las setas, que son objeto de deseo preferente por parte de familias rumanas que, llegado el caso, levantan su campamento en la zona y hasta que no dejan una sola por arrancar de malas maneras no paran. Entre eso y lo de las vacas descuartizadas no me diga que bien podría haber titulado el presente: ¡hace falta ser bestias!