Hace ya muchos años, cuando el esplendor socialista empezaba a resquebrajarse, Felipe González se pillaba los dedos al prometer la creación de los famosos 800.000 puestos de trabajo que nunca pasaron a ser realidad. (Luego, encima, se quemaría las manos al garantizar la honradez de Roldán, su director general de la Guardia Civil). Pero desde entonces a nadie se le había ocurrido prometer empleo, tanto empleo, como a Rajoy, el de las ocurrencias, que promete dos millones de colocaciones para esta legislatura, si votan a su partido, claro. Ni se lo cree él ni se lo cree nadie pero allá penas.

Porque basta con mirar los datos, los últimos de la EPA, la encuesta de población activa, y compararlos con los de hace cuatro años por estas mismas fechas, para comprender la realidad, muy distante a la que se pinta por parte del Gobierno. Si en 2011, con Zapatero, había por estas fechas 4.978.300 parados, un 21,52%, en la actualidad hay 4.850.000 personas en busca de empleo, un 21,18%. Muy poca diferencia en toda una legislatura, y más si se tiene en cuenta que aunque se haya conseguido aumentar el empleo y disminuir el paro, ha descendido el número de ocupados que si entonces era de 18.156.300 ahora es de 18.048.700, con todo lo que este hecho supone. A lo que hay añadir la baja calidad del trabajo, con una inmensa mayoría de contratos temporales y parciales.

Es lo que hay, por muchas burras cojitrancas que se quieran vender. Lo que pasa es que la gente no es tonta aunque los políticos se crean lo contrario. Esos millones de parados, muchos de larga duración, siguen siendo la principal preocupación de los españoles, junto con la situación económica, y ello tendrá su reflejo en las urnas. Lo mismo que la corrupción que no cesa. Lo último, en plena campaña, un embajador del Gobierno y un diputado del PP. Y no son solo esos datos, además, porque resulta que pese a las rebajas de impuestos de última hora, ahora se paga todavía bastantes más impuestos que hace cuatro años, mientras los salarios y pensiones se han estancado reduciendo el poder adquisitivo. Anuncia Rajoy nuevas bajadas fiscales si sigue gobernando pero la presión de Bruselas para rebajar el enorme déficit público que acumula España obligará, sea quien sea el inquilino de La Moncloa, a mantener impuestos y a seguir con los recortes. El estado autonómico, como ya avisó Aznar, es imposible de mantener.

Todo promesas que en su mismo enunciado ya parecen advertir que no se cumplirán y que son ofertadas a mansalva estos días no solo por PP y PSOE sino también por el resto de los partidos, liderados por Ciudadanos y Podemos, aunque en este sentido concentren más sus proyectos en lograr el cambio, que sería el mejor punto de partida para lo que se necesita. Que se lo pregunten a los 4.000 vecinos de ese pueblo toledano a media hora de Madrid que sufre el triste honor de tener el mayor índice de paro del país en localidades de más de mil habitantes, con un 71 por ciento de desempleo y sin esperanzas. A ver lo que prometen esta noche, en el debate a cara de perro, casi a vida o muerte, de Rajoy y Pedro Sánchez.