Un conocido adagio dice que cada pueblo tiene los gobernantes que se merece, eso es válido sobre todo en los gobiernos democráticos. Estamos de nuevo en elecciones para elegir representantes a Cortes Generales, Zamora contará con tres representantes, al principio de la democracia eran cuatro, pero ninguno en campaña les dirá a los zamoranos que dentro de 20 años su población será reducida en un 20%. No pueden decirlo porque no tienen soluciones ni les importa y la población los acepta como los viene aceptando desde docenas de años, y con ello, su destrucción.

La provincia de Zamora pierde población. Desde 1900, la capital ha multiplicado el número de habitantes por 4,07 (de 16.287 habitantes en 1900 a 66.293 en 2009), mientras que la provincia ha perdido un 29% de su población, al haber pasado de los 275.545 habitantes en 1900 a los 185.432 de 2014; durante los últimos años, el descenso poblacional afecta también a su capital, con inversión de su pirámide poblacional, predominando los viejos sobre los niños. La población extranjera representa un 4%, está por debajo de la media nacional. Tenemos una superficie de 10.561 km2, representamos el 2,1% de la superficie nacional y tenemos solo el 0,4% de su población.

El problema es multifactorial, se imponen soluciones políticas y compromiso de la ciudadanía. Es necesario despertar la conciencia de la responsabilidad que esto conlleva: la ciudadanía debe exigir propuestas claras y viables para solucionar la desertización poblacional de su territorio y saber elegir a sus gobernantes.

¿Qué significa la desaparición progresiva de la población de un territorio? Sencillamente su muerte. En la mayoría de las poblaciones con pocos habitantes predominan las personas mayores, la juventud se ha marchado a los grandes centros urbanos en busca de oportunidades académicas y laborales. La población joven zamorana emigró del campo a la ciudad y más tarde a los grandes núcleos urbanos, dejando abandonada la provincia, la familia, dejando en tristeza silenciada a los padres que sufren viéndoles marchar.

Los pueblos, si bien ofrecen una mejor calidad de vida, aire puro y silencio, una vida más sana y auténtica libre del estrés urbano, están aislados y marginados de las oportunidades laborales, de los centros educativos, de los grandes espectáculos, de la vida cultural, del comercio activo y la vitalidad de las grandes urbes. En Zamora no vemos campañas políticas y sociales dirigidas a la opción por la vida rural, con incentivos claros que estimulen dicho sector, si bien nuestros pueblos están aislados y marginados, contamos con 520 núcleos de población agrupados en 248 municipios, más de la mitad de nuestros pueblos tienen menos de 300 habitantes, solo 20 tienen más de 1.000 habitantes.

Por otro lado, ya no es un valor cultural una familia numerosa. Necesitamos campañas destinadas a la llamada a la repoblación, atendiendo sobre todo a familias con niños pequeños, una regeneración moral se hace necesaria. ¿Cómo dar vida a los pueblos?, estimulemos a empresarios y autónomos para crear puestos de trabajo, potenciar el comercio tradicional, genuino motor de creación de trabajo y permanencia de población y no descapitalización económica de la provincia.

Muchos vienen ya señalando que la sangría poblacional no conoce suelo, los zamoranos debemos tomar conciencia de que no podemos dejar morir nuestra provincia y empezar a cambiar todo aquello que venimos aceptando a nuestros políticos. Qué bueno sería recuperar lo que nuestros antepasados solían ejercer con nuestros representantes políticos, mantearlos en las plazas públicas cuando realizaban votaciones contrarias a los intereses de la provincia. No quiero ser pesimista y pensar que tenemos los políticos que merecemos, pero sí quiero recordar lo que un amigo repetía: solo eres esclavo y humillado si lo toleras. No me queda más que decir "Salvemos Zamora entre todos, todavía estamos a tiempo".