Algunos siguen empeñados en querer sacar la asignatura de Religión de las aulas de los colegios españoles, públicos y privados. Pero la mayoría de los padres, profesores, expertos y educadores no nos cansaremos de defender su permanencia por muchas y variadas razones que he venido explicando en este espacio durante los últimos meses. Hoy concluyo con algunas más.

Se trata de un derecho constitucional. Dos artículos de la Carta Magna avalan la enseñanza de la asignatura: el 27.2 dice que "la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales". Quienes, además, tenemos convicciones religiosas defendemos que el hecho religioso es fundamental para ese pleno desarrollo. Por eso el artículo 27.3 afirma que "los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones". No se trata, por tanto, de un privilegio de la Iglesia sino de un derecho de los padres. De ahí que la oferta sea obligatoria aunque la elección sea voluntaria. Hablando de elección conviene no perder de vista que es significativamente mayoritaria. Sin ir más lejos baste como botón de muestra el último dato referido a nuestra Diócesis de Zamora: 12.502 alumnos eligen la asignatura de un total de 16.081.

No le falta razón a la Concapa (Confederación Católica Nacional de Padres de Familia y Padres de Alumnos) cuando afirma que imponer la supresión de la asignatura "es una absoluta falta de respeto hacia la libertad religiosa de los españoles, sea cual fuere su confesión religiosa". Con esa medida se pretende "imponer a todos los alumnos en el sistema educativo su propia ideología y una visión uniforme de la sociedad".

Por otra parte, a tenor del panorama de radicalismos laicistas o religiosos que estamos sufriendo recientemente, se hace aún más necesario mantener la asignatura de Religión como vacuna contra la intolerancia. Alguien autorizado como el profesor R. Palomino (de la Universidad Complutense de Madrid) explica que "no son pocos los instrumentos internacionales que entienden que un clima social de tolerancia pasa por una educación religiosa en la escuela. Su ausencia contribuye a la marginación del fenómeno religioso y fomenta los radicalismos, especialmente respecto de las religiones minoritarias. Por algo será que la mayoría de los países europeos (a excepción de Francia y Albania) mantienen la enseñanza de la Religión en la escuela pública. Pero claro, "Spain is different". El "progresauriado" también en esto pretende hacernos avanzar hacia la retaguardia.