Cuán duro es ser ama de casa. Cuán poco se las tiene en cuenta. Cuán poco se las protege. Los ministros de Economía en España deberían tener entre sus asesores a más de una y más de dos amas de casa. Las cosas cambiarían para bien. Si además de ama de casa es trabajadora por cuenta ajena, en verdad digo que son heroínas, superwoman, mujeres extraordinarias que compatibilizan dos trabajos a veces incompatibles. Son muchos los problemas a los que las amas de casa se enfrentan en lo cotidiano. La salvaguarda de la familia el más importante. El que tampoco hay que echar en saco roto es su enfrentamiento diario a la cesta de la compra.

La susodicha cesta se muestra hostil. Se ha encampanado y no hay forma de hacerla reaccionar, no a la baja, sino a la normal. La cesta de la compra está cara de narices. El aceite, las patatas, las frutas frescas y las legumbres son los productos que más han sufrido un aumento del precio en los últimos doce meses. El oro líquido, es decir el aceite de oliva está prohibitivo. Y no tiene visos de abaratarse por muy buena que haya sido la recogida de aceituna y lo boyante que vaya el mercado en general.

El aceite es el que más se ha encarecido con un alza del 25,6% que es una barbaridad. Las humildes patatas, antes alimento de los pobres, le siguen con un 11,5%. Las patatas fritas acabarán siendo, por obvias razones, manjar de dioses solo permitido a los que más tienen. Ya me dirá usted. Aceite y patatas son los productos que han llevado a la cesta de la compra a vaciarse. Solo la leche y el azúcar han descendido alrededor de un 4% pero ya ve usted cómo está el sector lácteo, casi se ha levantado en armas, creo que con razón. Al parecer las carnes y más concretamente el vacuno, ovino, porcino y aves, han registrado igualmente una ligera reducción de precios. No quiero hacer excesivo hincapié en ello no vaya a ser que a alguna lumbrerita se le ocurra decir que ya va bien y se decida a subir también estos productos.

No estamos para grandes gastos, cuando menos para dispendios. Casi todo el caudal de la familia se lo llevan la alimentación, seguida de la luz, el agua y todo lo que el banco se lleva por delante mensualmente en concepto de facturas y demás. Así no se puede salir del hoyo al que la crisis en forma de eres y suspensiones de pagos ha llevado a buen número de trabajadores en Zamora. Mantienen el carburante a unos precios medianamente decentes, pero la electricidad la han situado en cotas inasumibles para cualquier bolsillo, máxime si es mediano o bajo. Ningún ministro pasado y presente se ha atrevido a meter mano a las eléctricas. Y así seguirá siendo. La electricidad está por las nubes y ni las multas son capaces de hacer reaccionar a las compañías que las gestionan. Para ellos el bollo y nosotros cada día más hundidos en el hoyo. Y sin buen aceite de oliva con el que lubricar la salida de semejante agujero.