Si alguien pensó que Nicolás Maduro había aceptado de buen grado el revolcón recibido en las urnas, se equivocó de medio a medio. Maduro no cede. El presidente venezolano que vendió la piel del oso antes de cazarlo, o dicho de otra manera, que se mofó de Rajoy, utilizando malas formas y augurando su salida del Gobierno antes de la celebración de las elecciones, ha recibido, como todos sabemos, un duro varapalo de los electores venezolanos. A lo mejor hay que repetirle, pero destinadas a él, las mismas frases que él dedicó a Rajoy. Ponerse a su altura es malo para la salud democrática de cualquier ciudadano.

Nicolás Maduro no se da por vencido, que lo está, y trata de resucitar el chavismo que ha perdido fuelle con discursos desafiantes. El chavismo ha sido un fraude para la población venezolana, sin recursos y sin posibilidades tras estos años de despilfarro y pésimo gobierno en el que Maduro y sus secuaces han mostrado su incapacidad para gestionar la economía venezolana. El país es un desastre.

Sin las necesarias ética y estética políticas, Maduro ha pedido la renuncia de todo su gabinete en bloque, sin percatarse de que quien debe renunciar para que la democracia funcione en Venezuela es, precisamente, el líder bolivariano del que se ha desmarcado incluso su íntimo Evo Morales, presidente de Bolivia. Ningún mandatario en su sano juicio, salvo Cristina Fernández quien también ha dado una pésima lección de no saber ser y estar en política, tras encajar de las peores maneras la derrota del kirchnerismo, apoya a este energúmeno que ha llevado al país a la banca rota y la pobreza extrema.

El presidente bolivariano va a combatir con las peores armas a la oposición mayoritaria en la Cámara. Maduro es de los que quiere una Constitución a su medida, unas leyes a su medida y una forma de gobierno también a su medida, para que nadie pueda hacer por Venezuela lo que Maduro no sabe hacer, porque ni lo intenta ni se deja aconsejar, salvo, claro, por sus asesores españoles de Podemos que si quieren hacer de España una Venezuela bis que avisen, porque son muchos los españoles que conocen de primera mano la realidad venezolana y quieren poner pies en polvorosa de darse esa circunstancia. Con el estilo que ya todos conocemos, además de no dar la "batalla" por pérdida, Maduro advierte que irá al "combate" (los términos bélicos le encantan) contra la oposición, disparando el riesgo de colisión entre ambas fuerzas políticas y poderes del Estado. Nicolás Maduro no sabe perder y lo está demostrando con creces, tratando de soliviantar a los suyos contra los, democrática y legalmente, ganadores y poniendo barreras infranqueables para que Venezuela funcione de la mano de aquellos a quienes la mayoría ha dado su confianza absoluta. Limitar la acción legislativa de la oposición puede dificultar la gobernabilidad del país. Pero, eso, ¡qué le importa al sátrapa!