La economía, principalmente, tras la crisis aún no superada, y la seguridad amenazada por el terrorismo yihadista, parecen ir pasando su factura en las sucesivas elecciones, cercanas o lejanas, de los últimos tiempos. Ha sucedido, dentro de este 2015, en Grecia, Portugal, España -en los comicios municipales y autonómicos-- Argentina, Canadá, y ahora Francia, en las regionales, y Venezuela en las parlamentarias, produciéndose en todos los casos vuelcos en el mapa político de cada uno de esos países. A la espera de lo que suceda en el nuestro, donde las tendencias señalan, igualmente, al cambio.

Lo último ha sido lo de la vecina Francia, aunque eran elecciones regionales. Que han vuelto a señalar hacia la extrema derecha de Marie Le Pen como el primer partido galo. Ninguna sorpresa porque las 130 víctimas mortales de la masacre islamista hacía presumir un resultado semejante entre la indignada y asustada población que ya hace mucho, en realidad, que viene decantándose claramente a favor de la dureza política que pregona la derecha radical y sin concesiones. Son avances menores, si se quiere, pero muy significativos y que se ven repetidos en algunos países centroeuropeos.

Mucha más repercusión tienen los resultados de las elecciones en Venezuela en las que se ponían en liza los escaños que hasta ahora disfrutaba el chavismo desde hace 17 años y que la oposición a Maduro ha ganado con una amplia y rotunda mayoría, suficiente para legislar y para que las cosas cambien sin tardanza. Es un cambio muy importante, aunque el Gobierno siga por ahora en poder de los chavistas, que ante la derrota no han tenido otro remedio que reconocer la nueva situación que se avecina, si bien los precedentes pueden hacer desconfiar de tales intenciones. Una de las causas que han motivado el triunfo electoral de los opositores a la dictadura ha sido la unión, por vez primera, de todos los grupos en lucha contra el chavismo, que ha culpado de su derrota a la bancarrota económica. Pero lo cierto y lo importante es que ahora, incluso aunque no gobiernen -que pueden llegar a hacerlo- los partidos de la oposición, que va desde la derecha a la izquierda, están capacitados para legislar a favor de la libertad y la democracia.

Queda esperar a ver qué pasa en España, donde ni se esperan otras novedades de cambio que las ya perfiladas por las numerosas encuestas ni se descarta tampoco del todo la sorpresa de última hora. El ejemplo canadiense, donde el partido liberal que dos semanas antes de la cita ante las urnas, figuraba en tercer lugar, no solo ganó al final sino que lo hizo con una mayoría absoluta que ha permitido gobernar en solitario al joven Trudeau. Un espejo en el que algunos ven reflejado a Albert Rivera, el líder de Ciudadanos, pese a que los debates televisivos hayan rebajado expectativas. Pero el partido de centro ya va segundo en seis comunidades, pisando los talones al PP, y en Castilla y León su representación en el Congreso es segura, salvo en Zamora donde sigue luchando, lo mismo que Podemos, para que el tercer diputado sea no un profesional de la política sino alguien que represente de verdad a la provincia.