Zamora vive inmersa ya en una campaña electoral para los comicios generales del 20 de diciembre en los que, por primera vez en décadas, los resultados no parecen cantados. Todas las encuestas dan por ganador al Partido Popular, también en Zamora, pero la más que evidente ruptura del bipartidismo puede dar como resultado un mapa diferente si el resultado de las urnas refleja las tendencias observadas solo seis meses atrás, en las elecciones autonómicas. El último sondeo del CIS refleja que no habrá cambio alguno, otorgando dos diputados al PP y uno al PSOE. Pero lo escaso de la muestra, 236 entrevistas en 18 municipios, y el margen de error del estudio, cercano al 6,5% da alas a los emergentes Ciudadanos y Podemos para intentar el asalto a ese tercer diputado en liza.

Iniciada la carrera, cabe preguntarse si los políticos que aspiran a representar los intereses de los zamoranos durante los cuatro próximos años serán capaces de desarrollar estrategias más allá de una mera competición electoralista como a la que, desgraciadamente, nos tienen acostumbrados o si lo que se escuchará de la boca de los candidatos los próximos días será una verdadera puesta en escena de medidas concretas y realistas que ayuden a la imprescindible transformación de la provincia.

El PP parte con ventaja, según todos los estudios demoscópicos, pero el nuevo escenario, que según ese mismo sondeo del CIS introducirá cambios en Castilla y León, donde tanto populares como socialistas perderían representantes, debería obligar a los primeros a salir de su tradicional zona de confort para vender algo más que los frutos ya conseguidos en infraestructuras, necesarias, pero no suficientes como para atajar los dos graves problemas que lastran el crecimiento de Zamora: la falta de empleo y la despoblación consiguiente. Y ese mismo mensaje es trasladable tanto a un PSOE que vive aún horas más bajas que cuatro años atrás, con la amenaza de un nuevo descalabro, como para quienes aspiran a ganarse la confianza de los zamoranos desde sus posiciones de "nuevos y limpios" en esta plaza.

Los habitantes de la ciudad, pero sobre todo los habitantes de esos núcleos rurales que, por primera vez, van a situarse en el eje de actuación de la campaña de unas generales por lo determinante de sus votos, merecen conocer cuáles son los planes concretos con los que se pretende atajar esa enorme tarea que implica levantar Zamora. Porque las estadísticas que manejarán unos y otros estos días pueden ser susceptibles de tantas interpretaciones como de argumentos vacíos de los que suelen poblar los discursos de los líderes en esos actos de campaña a los que suelen acudir solo los convencidos. Ese es otro dato que obliga a los partidos a echar el resto: hay un elevado porcentaje de indecisos, más de un 40% en el conjunto estatal, a los que ayudaría mucho conocer propuestas concretas para ejercer en conciencia su derecho al voto dentro de quince días.

Lo evidente, es que en Zamora queda mucho por hacer, porque en estos años de innegables avances en reivindicaciones históricas en materia de infraestructuras, poco o nada se ha hecho para intentar que surgiera un modelo laboral nuevo que dotara de vitalidad a la economía zamorana. Y es necesario conocer las propuestas que, para el futuro de la circunscripción a la que representarán, tienen las distintas opciones políticas.

Los votantes aguardan conocer qué medidas de estimulación proponen, qué modelos fiscales; qué posibilidades reales existen de garantizar servicios públicos de calidad tiene una provincia de 248 municipios cada vez más difíciles de sostener; qué pueden esperar los miles de autónomos y pequeñas empresas que sustentan el tejido económico de la provincia; cuándo se resolverán los problemas de conexión a Internet, un servicio básico del que carece el 50% de la sociedad zamorana. O si habrá alguien capaz de proponer medidas energéticas semejantes a las del País Vasco en una zona productora de energía eléctrica a cambio de casi nada, con los municipios anegados por los embalses inmersos en eternas batallas judiciales desde la supresión del canon energético.

Los zamoranos ya no están para discursos al uso y los políticos deben poner los pies en la tierra, en aquella en la que nacieron y que, gracias a la confianza de sus habitantes, los convertirá, que no lo olviden, en servidores públicos. Zamora necesita una política de altura que la haga emerger. En manos de los candidatos está el destino de la provincia. Ojalá estén a la altura.