Ya se conoce la última encuesta del CIS, el Centro de Investigaciones Sociológicas, para las elecciones del día 20, con resultados que nada tienen de nuevo y que vuelven a ser iguales, sobre poco más o menos, que los del mes anterior. Es un sondeo esperado con interés por partidos y votantes, dado que la consulta es la más amplia de cuantas se realizan, aun admitiendo las suspicacias que levanta el hecho de tratarse de un organismo de la Presidencia del Gobierno y de que valora, por encima de las intenciones directas de voto, una serie de variantes y consideraciones en torno a cada partido, lo que se ha dado en llamar el cocinado y condimentado de lo que se ofrece. Salvo el PP, claro, todos los demás han calificado el sondeo de manipulado. Hay otras encuestas a las que experiencias anteriores han dotado de más fiabilidad.

Solo el CIS ofrece unos resultados tan claramente favorables al PP, en contraste con el resto de las consultas, que dan, sí, como ganador a Rajoy, pero no con tanta diferencia como le otorga el sondeo oficialista que le adjudica ocho puntos por encima del PSOE y nueve por delante de Ciudadanos, lo que ratifica de nuevo un previsto empate técnico entre socialistas y centristas, que aun así y en caso de pacto no llegarían a la mayoría absoluta y abocaría al acuerdo, de la forma que fuese, entre los de Rajoy y los de Rivera. Incluso uno de los últimos sondeos conocidos, y de los tenidos en cuenta, insiste en el empate técnico entre las tres fuerzas principales, con una diferencia entre ellas de menos de dos puntos, distanciadas de Podemos pese a que la formación de Pablo Iglesias sigue subiendo enteros. Aun así, los resultados que el CIS otorga al PP son una auténtica debacle para el partido, que no llegaría ni al 30 por ciento de los votos y no pasaría en el mejor de los casos de 128 escaños, dejando el Gobierno totalmente a merced de Ciudadanos. Igual de malos serían los resultados del PSOE, con un máximo de 90 representantes en el Congreso, el peor registro de su historia, acabando con la entelequia de su pretendida resurrección. Entre los 63 y 66 escaños quedaría Ciudadanos, rompiendo sus ínfulas de gobernar, y solo en situación de ayudar al PP o de buscar un acuerdo, improbable, a tres o más bandas. En cuanto a Podemos, andaría por los 45 escaños, contando con las coaliciones que presenta en algunas comunidades, que sería una representación considerable e influyente. Todo parece abocar, pues, a eso: a un pacto PP-Ciudadanos, puntual y cogido por los pelos, muy importante en cuanto supone el fin del bipartidismo, y que llevaría a una legislatura corta, que puede que ni siquiera llegase a los dos años.

La otra cuestión esperada del CIS era la previsión del reparto de escaños por provincias, algo que parece que en Zamora no cambiará, aunque en siete provincias de la región Ciudadanos tendrá en la cámara su representación. Aquí, más de lo mismo, de creer a esta encuesta. Pero hay un informe, más trabajado -el CIS solo ha consultado en 18 municipios- que otorga a Zamora un diputado del partido centrista, que quita al PP. Hay muchos indecisos, un 40 por ciento, y Ciudadanos y Podemos tienen sus opciones.