No sé si será por la fecha de las próximas elecciones, tan cercana a la Navidad y al pegadizo "vuelve a casa vuelve" del anuncio de turrones y jóvenes emigrados, por lo que candidatos y famosos que viven en Madrid han decidido iniciar la campaña en el pueblico.

Lo ha hecho Maíllo, candidato del PP y alcalde de Casaseca de las Chanas -en Madrid vicepresidente de no sé qué, y que por eso vemos ahora más en la televisión con Rajoy que en Zamora- que ha elegido su pueblo para presentar su campaña, diciendo en una pancarta que "Mi pueblo no se cierra".

¡Pues será el suyo! -dicen las malas lenguas entre las que me encuentro- porque lo que es los demás cada vez pierden más habitantes, entre dos mil y tres mil en los últimos años. Y eso sin contar a los que no viven habitualmente aunque están empadronados en el pueblo por distintas razones: por sentimentalismo, los más; para mantener el caciquismo eligiendo al alcalde de siempre, algunos; y hasta para no pagar el impuesto de circulación en la capital que por lo visto es más caro, muchos menos.

Pese al fracaso de las políticas en la zona rural que reflejan las duras cifras del éxodo, persisten en mantenerlas y no "enmendallas". Mantener las diputaciones, por ejemplo, que son meras intermediarias entre el dinero de los impuestos de todos y los ayuntamientos, donde hay democracia para elegir a sus concejales pero no para decidir qué hacer y cómo hacerlo. Más aún con la ley Montoro, que deja las competencias municipales en los puros huesos.

Como los principales habitantes de los pueblos son los agricultores y los ganaderos, huelga explicar qué hacen los intermediarios: llevárselo crudo por evitar el contacto directo entre productor y consumidor. Si desaparecieran, como las diputaciones, eso que nos ahorraríamos.

Pero algo debe estar pasando cuando también entre los partidos llamados emergentes, uno de los líderes anuncia que va a buscar un pueblo de Zamora -sorpresa, sorpresa, y mantener el suspense- para iniciar la campaña.

Ambos candidatos pretenden ir de Madrid al cielo del poder, uno desde la sencilla alcaldía de un pueblo zamorano y otro desde las cumbres del parlamento europeo. Lo extraño es que para tomar impulso hasta "asaltar los cielos" en el caso de Podemos, o saltar algunos charcos en el del PP, los dos han decidido tomar impulso en un pueblo de Zamora.

Y vuelven a casa por Navidad a los pueblos de donde sus habitantes tuvieron que irse por falta de trabajo y de apoyo al campo, porque no hay escuela y nos quitan el médico, porque solo quedan viejos y hombres solteros esperando caravanas de mujeres? Y los pueblos no se cierran porque se mantienen las casas de los que viven fuera. Pero se mueren lentamente.

No soy pesimista, porque como dicen compañeros que viven, trabajan y son concejales en su pueblo: "A ver qué vais a comer si no estamos nosotros". Pero a los pueblos se les defiende mejor viviendo en ellos que desde Madrid.

Cuando estuve trabajando en Aliste, mis alumnos me enseñaron muchas cosas, y alguna palabra, como la del título de este escrito. "Salvajamones" son los forasteros que vienen al pueblo en verano para acabar con la matanza de la que se come todo el año, y que obligan a esconder los jamones en el "sobrao" hasta que se acaban las verbenas y se van, para que lleguen hasta el invierno.

Dicho queda, por si acaso.