Aunque los árabes tardarían todavía más de cuatrocientos años en abandonar la península Ibérica, a partir de la muerte de Almanzor llegaron tiempos de relativa paz para Castilla. Al acceder al trono el rey Fernando I vinieron a reunirse las coronas de Castilla y León en una sola monarquía. Lo primero a lo que se dedicó Fernando fue a sosegar las recientes alteraciones de sus reinos asignando y confirmando los fueros de algunas ciudades de Castilla. Los leoneses hacían algunos reparos al verse regidos por monarca de otro reino, pero pronto se ganó el rey la confianza de sus estados y se ganó el general aprecio de León como ya lo gozaba de Castilla. Celebró en Goyanza (Valencia de Don Juan) un concilio en 1050 para extender a todos sus reinos las leyes godas que ya eran reconocidas en el Fuero de León.

En Zamora, ayudó el rey a la restauración de sus edificios, aunque la obra fue lenta. En 1048 se fundó el Monasterio de las Monjas de San Miguel (después conocido como de Santa Clara) en el lugar que siempre se denominó Cortinas de San Miguel.

Aunque el monarca atendía al buen gobierno de sus estados, hubo de atender también a la guerra que le planteó también su hermano don García de Navarra, así como llevar a cabo expediciones guerreras contra los árabes en Viseo, Lamego y Coimbra en 1056 a 1058, lo mismo que en Medinaceli, Madrid y Alcalá en 1059-1060, volviendo siempre victorioso de las batallas y cargado de los botines conquistados.

No descuidó las obras de reparación de antiguos estragos, ocupándose personalmente de ordenar la necesaria reposición de muros, torres, templos y edificios de la ciudad de Zamora, al propio tiempo que lograba un notable aumento de la población, fomentando el comercio y el arraigo de nobles que favorecían la economía de la zona. Se amplió el recinto que se cerraba en la Plaza Mayor, extendiéndolo a las nuevas pueblas de San Antolín, San Torcaz y la del Valle (Santo Tomé).

Entre los nuevos pobladores vinieron gentes de Palencia, trayendo con ellos la imagen de la Virgen María hallada por Sancho El Mayor, rey de Navarra, en la cueva de San Antolín de Palencia con ocasión de una cacería en 1032. Los palentinos fueron fijando sus viviendas en la zona Norte de la población, donde luego se construyó la iglesia de San Antolín y se veneró la imagen de Nuestra Señora de San Antolín que hoy los zamoranos conocemos como la Virgen de la Concha. Como los nuevos pobladores de aquel sector eran gentes que se dedicaban a industrias laneras, dieron lugar a que se le conociera como el barrio de La Lana.

Falleció el rey Fernando I El Magno un 27 de diciembre de 1065, cuando tenía 55 años, después de reinar 27 años y medio, dejando repartidos sus reinos entre sus hijos: Sancho, Alfonso, García, Urraca y Elvira, en contra del derecho visigodo y leonés que impedía dividir las posesiones reales entre los herederos, siguió los principios jurídicos navarros al considerar el reino como un patrimonio familiar.