Se van de Aliste con nocturnidad y alevosía. Iberdrola ya no tiene apenas trabajadores en Zamora, pero de alguna manera sí se enteraron de que la Mancomunidad Tierras de Aliste iba a moverse o movilizarse para que no se cerrara la brigada de mantenimiento de Alcañices, prevista para finales de año.

Y no estamos hablando de cuatro gatos, o lobos, maullando o aullando respectivamente en el desierto demográfico. En la mancomunidad están los alcaldes y concejales elegidos por los pueblos para su Gobierno. Y hasta la Diputación, siempre reacia a dar la razón a la oposición política, había aprobado por unanimidad una moción de Izquierda Unida para instar a la empresa a continuar con ese servicio en la zona rural, y para apoyar a los alistanos en las actividades que realizaran contra el cierre.

Pues en lugar de dar la cara ante las buenas gentes de esta tierra, lo que ha hecho la lejana Iberdrola es acelerar el desmantelamiento de instalaciones y trabajadores por sorpresa, para que no tengamos tiempo de reaccionar y montar un pollo -o Poyo- de Aliste, y dejar a media luz a una comarca más de esta provincia, que tendrá que resignarse a que vengan de fuera y de lejos a arreglar las habituales averías y cortes del suministro eléctrico.

Lejos han quedado los tiempos de Iberduero, que construyó embalses, presas y poblados con su escuelita y todo, y cuyos trabajadores -muchos de ellos zamoranos de nacer o de pacer- presumían de buen sueldo y mejores condiciones sociales.

Los zamoranos vieron desaparecer sus pueblos y anegar sus tierras, y tuvieron que trasladar iglesias como la de San Pedro de la Nave -cuando la empresa era Saltos del Duero y no Iberduero, ni Iberdrola- para que no desaparecieran para siempre.

Vieron en el silencio obligado por las circunstancias políticas, cómo se sustituían tierras por embalses, monumentos por presas, pueblos por poblados, y campos y huertos de trabajo por complicadas instalaciones para la producción de electricidad vigiladas por guardianes de la empresa Iberduero.

Otra empresa, Hidroeléctrica Moncabril, que cambió su nombre para ser Unión Fenosa, hizo lo mismo en Sanabria. Allí el progreso se saldó con la vida de todo un pueblo, Ribadelago, tras la rotura de la presa.

Vencieron, aunque no convencieron, para imponer la idea de que se sustituía el atraso por el progreso, que tardó en llegar en forma de alumbrado público y comunicaciones a la orilla del embalse? Que no ha conseguido que las gentes que primero fueron desplazadas por el agua, hayan sido después expulsadas por la falta de trabajo y de futuro.

Pero Iberduero era de Zamora -pensábamos hasta con orgullo- y mantenía oficinas y trabajadores que conocíamos y daban la cara. Mantenía una pequeña obra social, y hasta a veces creo que pagó las luces de Navidad.

Los escasos habitantes que resistieron al éxodo rural y siguen viviendo en los pueblos de Aliste, están intentando mantener los pocos servicios que los permiten vivir con la dignidad que se merecen los luchadores. Y ahora están luchando, David contra Goliat, Aliste contra Iberdrola.

Iberdrola, cobarde, que desmantela su pequeño servicio de mantenimiento sin dar la cara. Esperando a que sean otros los últimos que apaguen la luz.

(*) Teniente de alcalde del Ayuntamiento de Zamora