Fueron tantas las veces que Almanzor atacó a los cristianos y tantos los daños que este sanguinario guerrero musulmán ocasionó en hispanas tierras que tenía muy amedrentados a los reinos de Castilla y León.

Bermudo II, tras su proclamación en 982, tuvo que ponerse bajo la protección del Califato de Córdoba, ya que los empujes del Condado de Castilla y las rebeliones internas en el reino hacían prácticamente imposible que pudiese resolver tantos problemas él mismo. Como resultado y aunque a consecuencia del protectorado logró recuperar Zamora, los ejércitos de Almanzor se quedaron en el reino de León como fuerzas de ocupación y no logró expulsarlos, de forma violenta, hasta el 987.

Como consecuencia, Almanzor montó en cólera, destruyó Coimbra y arrasó León. Bermudo II se refugió entonces en Zamora y de aquí huyó a Lugo.

Bermudo II, rey de León llegó a enviar a su hija Teresa a Almanzor quien la hizo esclava; cuando fue liberada tras la muerte de Almanzor, Teresa regresó al reino de León donde profesó como religiosa en el Monasterio de San Pelayo de Oviedo.

Este rey Bermudo mantuvo relaciones extra matrimoniales con varias damas, algunas de alto linaje. Los hijos habidos fuera del matrimonio fueron: Ordoño Bermúdez, Elvira Bermúdez, Bermudo Bermúdez, Piniolo Bermúdez y Pelayo Bermúdez.

A comienzos del año 1002, Almanzor atacó y arrasó el Monasterio de San Millán de la Cogolla; después se dirigió hacia la ribera del Duero, siempre causando estragos y devastando las tierras. Penetró en los dominios de Castilla, pero un enorme ejército cristiano le sorprendió acampado cerca de Calatañazor. Almanzor intentó rechazar a esta hueste a la cabeza de sus propias tropas y fue derrotado con grandes pérdidas.

A partir de esta expedición, se sintió enfermo, llegando a Medinaceli en muy mal estado. Sus médicos no acertaron a diagnosticar su enfermedad no pudiendo darle el tratamiento oportuno, por lo que murió en la noche del 10 al 11 de agosto de 1002.

Dicen que la Batalla de Calatañazor no existió, que más fue un mito que un hecho real; lo cierto es que también se dice que, el día de la batalla, un extraño personaje lloraba diciendo: "En Calatañazor perdió Almanzor el tamboril".