A parte de los dos partidos de siempre, PP y PSOE, y de los dos emergentes, Ciudadanos y Podemos, pocos grupos se van a presentar por Zamora en las elecciones generales, una muestra de cómo las tendencias están ya tan decisivamente marcadas a estas alturas, a falta de menos de un mes para la cita en las urnas y la campaña electoral ya asoma a la vuelta de la esquina, con la rebelión de Cataluña, la matanza islamista de París, y el deseo generalizado de cambio como gran telón de fondo tras tantos, tantos años, de un bipartidismo pródigo en mediocridad, incompetencia, corrupción que no cesa, y un largo rosario de degeneración democrática.

Sin embargo, puede que en esta ocasión haya novedades a la hora de los resultados, pues al burdo continuismo de PP y PSOE se enfrentan ahora rostros nuevos, candidatos diferentes, unas formas distintas de hacer política y de gestionar y controlar los asuntos públicos a través de la representación y la participación del pueblo, con el que hay que contar, no solo para subirle los impuestos y congelarle los salarios. Al rebufo de décadas seguirán calentando escaños del Congreso algunos de los de siempre, designados por el dedo supremo en el PP y en elecciones primarias en el PSOE, pero muchos ojos de zamoranos giran ahora hacia José Antonio Requejo, el cabeza de lista de Ciudadanos, y hacia Braulio Llamero, cartel de Podemos en territorio provincial.

Los demás partidos que se presentan suponen el relleno habitual, dentro del ámbito testimonial o anecdótico, sin la menor posibilidad. Pero aprovechan para darse a conocer, para airear sus fines, y es algo que está bien y que ocurre en todas las partes. La excepción destacada es UPyD que va estar presente tras su auge y caída, verdaderamente lamentable, pues ha sido un centro político activo, dinámico, con presencia en las instituciones nacionales de donde han partido iniciativas importantes de cara a la regeneración y la transparencia, pero que ha acabado siendo víctima del impulso de Ciudadanos y de su propio cisma. Otra excepción notable, a la que no se podrá votar en Zamora por cuanto no concurre, lo que es igualmente lamentable, es Vox, el partido derechista, sin disfraces, de Santiago Abascal, nacido hace un par de años de una escisión del PP en el País Vasco, y al que los resultados no han acompañado en comicios anteriores, lo que a su vez ha ocasionado roturas internas y ha impedido su normal desarrollo.

La drástica propuesta electoral de Vox, llama poderosamente la atención, tanto que ello ha sido una de las causas del feroz ninguneo al que sigue sometido por los medios nacionales. Y es que Vox ofrece acabar con las autonomías y volver al centralismo, empezando por la devolución de las competencias en Sanidad, Educación y Justicia y la clausura de los parlamentos regionales, algo con lo que según las encuestas estarían de acuerdo la mitad de los españoles. Poco motivo, pues, para acusar a Vox de ser la ultraderecha, a la derecha del PP, lo que hace difícil su situación en la línea de salida. Así que si consiguen un escaño en el Congreso ya lo considerarán un éxito, un firme paso para seguir adelante.