T ras la confusión y el horror que París y el mundo entero vivimos la noche del pasado viernes en lo que los servicios de información franceses han considerado el peor escenario terrorista posible y que no es otro que el ataque combinado contra varios objetivos simultáneos, llevado a cabo por las huestes del Dáesh, perfectamente entrenadas en el campo de batalla sirio e iraquí, la actitud del pueblo francés, después de los primeros miedos, de las primeras sensaciones de horror, de la tristeza, de la impotencia, del llanto, del dolor, ha sido admirable.

La capital de Francia ha sido objeto de una acción de guerra que ha tenido cumplida respuesta en los mismos términos y una actuación policial que sigue dando resultados, mientras los ciudadanos han hecho piña en torno a sus muertos, en torno a su gobierno, en torno a su país, la Francia de la Libertad, la Fraternidad y la Igualdad, que un grupo terrorista procedente del autodenominado Califato que ha declarado la guerra a Occidente y se está empleando con especial saña contra Francia, se ha querido cargar.

He sentido envidia al ver a todos los franceses unidos en el respeto a su bandera y a su himno que todos, creo que sin excepción, han entonado como si de una sola voz se tratara. Nunca habían sonado de forma tan especial los acordes de La Marsellesa. Nunca su letra había sido coreada por tantos: "Allons enfants de la Patrie. Le jour de gloire est arrivè. Contre nous de la tyrannie: L'etendart sanglant est levé". Y he sentido una sana envidia porque aquí en España, en momentos iguales o parecidos, ha primado el color político frente al color de la bandera, las filias y las fobias frente a la unidad de todos los españoles y esa especie de buenismo que practican algunos para justificar la injustificable barbarie de quienes al grito de "¡Alá es grande!" quieren hacerse dueños del mundo acabando con la humanidad. Alá es grande en su tolerancia, en su bondad, en su perdón, en su pacifismo, pero no en el fanatismo, en la maldad, en el rencor, en la beligerancia.

Y siento envidia del pueblo francés porque, aquí, en la España que no se pone de acuerdo ni en lo que es evidente, ni en lo que es punible para todo el mundo menos para unos pocos, cual es el terror, todavía hay líderes políticos y grupos que aspiran a gobernar España (¡pobrecita España!), capaces de colgar en las redes sociales lo que ahora paso a transcribir: "Podemos Anchuelo. Lo sucedido en #París tiene su seno en el expolio que el capitalismo occidental ha infringido al mundo árabe. El islam es una religión de paz". El autor tiene el cerebro de un mosquito y todavía no ha entendido nada. ¿Cómo puede argumentar semejante falacia cuando el Dáesh no solo viene a matar europeos también realiza masacres con los suyos, dependiendo de la etnia a la que pertenezcan? ¿Gente así es la que en verdad aspira a gobernar España?