Me hizo pensar ayer un titular de este diario: "Las pequeñas y medianas empresas de la provincia pagan alrededor de 628.000 euros al año -en conjunto- por una potencia eléctrica que en realidad no están disfrutando". Convendrán conmigo en que un pequeño empresario no suele estar, y menos en estos tiempos, para tirar un céntimo; y que de otra cosa no sabrán, pero de cuentas? Deduzco, pues, que la confusión con la factura de la luz nos alcanza a todos. Enhorabuena a las empresas. Han logrado la cuadratura del círculo: viene a dar igual que enciendas la luz o no; a final de mes pagarás como un bendito. Enhorabuena a nuestros representantes políticos de todos estos años: nos engañaron como a niños y solo han trabajado para ellas. Pues no olvidemos que la luz es un sector de esos que llaman estratégico y que, una de dos, o está en manos públicas o sometido a una regulación estricta para que no se vaya de las manos ni se deteriore una necesidad tan básica.

En España lo de la factura de la luz se ha transformado en un escándalo cotidiano. Pagamos la luz más cara de Europa. Y no por ello recibimos el mejor de los servicios. Piensen solo en la odisea de hacer una reclamación desde Zamora a nuestra principal empresa suministradora, que cerró sus oficinas aquí hace años, con olímpico desprecio a la clientela. O recuerden que los cortes de suministro en las zonas rurales siguen a la orden del día. Como contrapartida, no sé si habrá ejecutivo alguno de empresa eléctrica alguna en el mundo que cobre lo que el presidente de Iberdrola: el último año unos nueve millones de euros, o sea 1.500 millones de pesetas, 750.000 euros al mes, 25.000 euros al día, 2.500 a la hora, si trabaja diez? ¿Puede trabajar alguien tan intensamente y con tanto talento como para merecer semejante barbaridad? Porque, ojo, no hablamos del dueño de la empresa; solo de un empleado, el más alto. (Y también el que decide cuánto cobra, porque en esas grandes empresas la propiedad se diluye en sin fin de accionistas y de ahí el paraíso de sus ejecutivos insaciables).

A lo que íbamos. Nuestro modelo eléctrico es una desastre sin paliativos que ha degenerado en algo que se parece demasiado a una estafa colectiva. Y la cosa ha llegado a tal extremo que incluso ha habido que acuñar un concepto nuevo y vergonzoso: la pobreza energética. Hay gente que no puede pagarla y se queda sin luz, sin calefacción, sin cocina; o sea, sin vida. Todo ello ante la pasividad pasmosa de nuestros presuntos representantes políticos, que previamente han legislado a favor de los intereses de las compañías suministrados. Después, claro, reciben su compensación y los vemos sentados en esos Consejos de Administración que no deciden nada, porque son ornamentales, pero que dan acceso a una vida francamente desahogada.

Pues bien, contra todo eso nos vamos a levantar algunos con toda la fiereza que la gente nos otorgue el 20 de diciembre. Con Podemos ahí arriba se terminará el chollo para las compañía energéticas. No dejen de echar un vistazo, si tienen ocasión, a nuestro programa electoral en ese ámbito. Verán que no exagero: una ley orgánica que garantice el acceso al suministro mínimo; prohibición de los cortes del luz o gas como y cuando la empresa quiera; establecimiento de un mínimo vital de luz y gas para quienes sufren situación de pobreza, con cargo a los beneficios de la empresa; auditoría de costes para saber cuánto cuesta realmente la producción de cada kilovatio que nos suministran; auditoría de eso que llaman deuda asociada al "déficit" de tarifa; control para evitar los oligopolios en el sector; derogación inmediata del vergonzoso "impuesto al sol", para que autoabastecerse de energía en vez de castigo reciba premio? Etc., etc.

De puro sentido común todo ello, pero asombroso sin duda por venir de donde venimos. Por venir de un país en el que mandan un puñado de gigantescas empresas teniendo a su servicio a los desvergonzados políticos de las "puertas giratorias". De algo pueden estar seguros los lectores: a los de Podemos nunca nos ofrecerá asiento en un Consejo de Administración ninguna de esas grandes compañías. De hecho, ahora mismo, estarán haciendo lo indecible, pasta mediante, para que no lleguemos nunca arriba, al menos en buenas condiciones. Y lo comprendo, oiga, porque sus bien pagados asesores sí que se habrán leído y con detalle nuestra programa electoral.

(*) Secretario General de Podemos Zamora