Hace unas semanas, en el Primer Foro Municipal con alcaldes de pequeños municipios de Castilla y León y varios profesionales que trabajan en distintos territorios rurales de la geografía regional, celebrado en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Salamanca, me llamó la atención la respuesta que uno de los asistentes transmitió a los estudiantes cuando estos preguntaron qué cualidades debería reunir una persona que quisiera trabajar en la gestión de programas de desarrollo. La respuesta fue rápida y contundente: "Lo más importante es tener pasión por lo que se está haciendo". Al oír estas palabras, los rostros de muchos estudiantes se llenaron de sorpresa. ¿Cómo iban a sospechar que en un ambiente universitario alguien pudiera decir públicamente que la pasión es un ingrediente básico en el trabajo y, por extensión, en la vida?

Posiblemente la inmensa mayoría esperaban otras respuestas, como por ejemplo: los profesionales y técnicos deben conocer y comprender la dinámica de los cambios socioeconómicos en el mundo rural y los desafíos que de ellos se derivan; las repercusiones en el territorio de las decisiones tomadas fuera del mismo; la estructura administrativa y política del territorio y el papel de los diferentes actores; los procesos de desarrollo local, cómo y por qué se producen, qué puede entorpecerlos o estimularlos; las fuentes de ayuda disponibles (locales, regionales, nacionales y europeas); los puntos específicos útiles en el contexto local, por ejemplo el turismo rural, la financiación de las autoridades locales, la asistencia disponible para determinados grupos sociales (jóvenes, mujeres, mayores), etc. Y tras escuchar esta retahíla de saberes y conocimientos, tal vez los estudiantes hubieran pensado: "¡Pues no me queda casi nada por aprender! Tendré que empezar a consultar en qué centros de enseñanza se pueden adquirir tantas pericias e instrucciones".

Pero no. Quien respondió a la pregunta de arriba no perdió ni un solo minuto en exponer estas cuestiones, que fácilmente se pueden cursar en cualquier Universidad o Escuela de Negocios. Dijo que "lo más importante es tener pasión por lo que se está haciendo", un requisito imprescindible que difícilmente se adquiere en los centros de enseñanza. Llegados a este punto, ya sé que muchos pensarán que de poco sirve la pasión si no va acompañada de conocimientos. Y a veces es cierto. Sin embargo, los saberes, por sí solos, nunca son suficientes. Cuando hay pasión, los resultados son espectaculares. La pasión, además, es contagiosa y produce efectos insospechados, no solo en el trabajo sino en cualquier ámbito de la vida. En mi entorno, por ejemplo, me encanta rodearme de personas apasionadas por lo que hacen, dando clases, escribiendo, investigando, rellenando papeles, cogiendo el teléfono, hablando con unos y con otros, proponiendo actividades novedosas e innovadoras. Estas personas son imprescindibles en la vida. Aprovéchenlas y disfruten con ellas.