Era esperada con ganas la encuesta del oficialista CIS, el Centro de Investigaciones Sociológicas, cuyo último sondeo había sido hecho público en agosto. Y eso, por muy cocinada, según la oposición, que esté la consulta cuando se da a conocer. Porque en los informes del CIS suele ganar, salvo en los casos imposibles -Zapatero- el partido que gobierna, aunque sea por la mínima. Barrer para casa, o sea. Ni quitan ni ponen Gobierno, pero etcétera. Una premisa que vale para cualquier sondeo, tendente siempre a favorecer a quienes les encargan el trabajo y que son los que luego pagan la factura.

Y eso, justamente, es lo que vuelve a suceder ahora con unos resultados que puede que sean, y lo son, los más lógicos, naturales y previsibles, pero que son también los que más le gustan escuchar a Rajoy en las circunstancias actuales. El PP sería, por supuesto, el partido más votado, y a algo menos de cuatro puntos se situaría el PSOE. Lejos ya Ciudadanos, y más lejos todavía Podemos que en contra de lo que aseguran el resto de consultas seguiría a la baja. Todo a pedir de boca, dentro de lo que cabe. Raro, al menos. En las encuestas conocidas la semana pasada aparece el partido de Albert Rivera en segundo lugar, y Podemos recuperándose. El día antes del informe del CIS se publicaba otro sondeo con resultados similares, destacando el auge de Ciudadanos y del partido de Pablo Iglesias que recuperaría cinco puntos respecto al mes pasado. El reparto de escaños iría de los 125 del PP a los 44 de Podemos, algo que para nada coincide con las previsiones del CIS y su consagración del bipartidismo aunque alguno haya de caminar con muletas, pues nadie tendría mayoría absoluta.

Claro que esa es la estimación de voto que con las respuestas obtenidas hace el CIS. Porque la intención de voto directa, ya varía. El voto directo es el voto decidido, es el que se daría si las elecciones fuesen hoy o mañana. En ese capítulo se adelanta el PSOE, con un 16 por ciento, seguido del PP, con el 15, Ciudadanos con el 11 y Podemos con el 9 por ciento. Indecisión, y abstención aparte. La estimación de voto que utiliza el CIS se basa no solo en el sufragio sino también en un modelo de correcciones y variables posibles, a lo que se suman igualmente las valoraciones de políticos y partidos. Se trata de interpretaciones, lo que de entrada, pues, se presta fácilmente al cocinado. Sorprenden así los resultados anunciados teniendo en cuenta la nula confianza en Rajoy que expresan la mayoría de los encuestados, desconfianza política de la que participa igualmente Sánchez, el líder socialista, mientras los ojos vuelven a girarse en dirección de Albert Rivera. Pese a lo cual, su partido, Ciudadanos, resulta luego malparado en la encuesta.

Tampoco encaja lo de Podemos cuando acaba de conocerse que entre los jóvenes de 18 a 25 años la formación de Pablo Iglesias será mayoritariamente votada, con diferencia sobre las demás, siendo PSOE y después Ciudadanos las demás opciones preferidas. Del PP, los jóvenes es que no quieren ni oír hablar, y pocos serán los que le apoyen en las urnas. Nadie descarta el "sorpasso" final, a la italiana, de unos o de otros, dado como se presentan las cosas. Falta el ajuste fino en los sondeos a la carta.