No entiendo a Artur Mas y a los que como él están celebrando la independencia de Cataluña y brindando por la República Independiente de Catalonia. Y no lo entiendo porque han sacado pecho sin ser autosuficientes, porque siguen dependiendo para todo o casi todo del Estado español del que despotrican y al que constantemente anatematizan, señalándolo como culpable directo de los males que aquejan a Cataluña. Males que provienen de la corrupción de Convergencia Democrática de Cataluña, del 3% que valientemente denunció Pasqual Maragall, y de todo lo que los Pujol, con el consentimiento de Mas, le han expoliado a Cataluña y robado a los catalanes.

Espero que el Gobierno de España y, con el Ejecutivo en pleno, también la oposición en pleno y todos los partidos que aspiran por vez primera a ocupar escaño en el legislativo, todos menos Podemos que se desmarca siempre e Izquierda Unida que no se sabe si va o si viene, muestren la suficiente unidad y firmeza como para no sacarle las castañas del fuego al independentista. Porque resulta que mientras lanza el proceso de desconexión del Estado en el Parlamento catalán, el presidente en funciones de la Generalitat, Artur Mas, no ha dudado en reclamar sin que para ello le tiemble la voz ni se sienta turbado, un incremento de su conexión con el fondo económico estatal de rescate autonómico.

¿O desconexión o conexión? Las dos cosas a la vez, de ninguna de las maneras. La pasta gansa que la ponga el Estado, la independencia la ponen los de Junts pel sí y compañía. España no puede ser la repera para prestar dinero y una hija de su madre para todo lo demás. Se les ha acostumbrado mal hasta el punto de que aun en los momentos de mayor fricción se les ha seguido tapando los agujeros, y muchos, que han ocasionado la avaricia de unos pocos convergentes, familiares y amigos que se lo han llevado crudo y lo tienen repartido por infinidad de paraísos fiscales.

Mas no se conforma con poco. Pide 2.300 millones para "financiar servicios públicos" que es algo así como el 33% de los 7.000 millones que tiene la bolsa final de la legislatura que será repartida en las próximas semanas. Y lo quiere, con exigencias, antes de final de año para que no se le vea el plumero más de los que se le ve o lo que es igual, para sí poder cubrir sus necesidades de liquidez. Menos "embajadas" repartidas por el mundo, menos financiar el independentismo con el dinero de todos los catalanes, incluido el de sus propias farmacias que se van lentamente a pique, y mejor administrar un dinero que tiene color ideológico y mucho menos independentista. Un dinero que es de todos los catalanes, también de los que no están por la independencia aunque a estos el Govern los ningunee y como si no existieran.