Sin ánimo de ser lúgubre, antes al contrario, puesto que celebramos la tradicionalmente alegre jornada de Todos los Santos. Aunque ahora nos invada una moda abracadabrante y, es mi opinión, de bastante poca gracia. Espectáculo esperpéntico; extranjero para más inri.

Después, el lunes, jornada dedicada a los nuestros que ya no están.

Se ha hablado mucho últimamente del fenómeno cinematográfico "Regreso al futuro" y se me ha ocurrido imaginar una breve historia en la que uno cualquiera de los zamoranos de la diáspora regresásemos a nuestra querida ciudad, y paseáramos por la avenida de Requejo, Santa Clara o el Castillo tratando de encontrar a alguno de los nuestros.

Nos sorprenderán las calles desiertas, las plazas desnudas, los parques desolados. Ningún saludo, ni un solo abrazo, ninguna charla animada o incluso discusión más o menos profunda con los mismos contertulios de siempre. Todos habrían hoy partido...

¿Aflicción, amargura, abatimiento? Nada de eso. Y mucho menos añoranza, sensación algo lastimera donde las haya.

¡ Pero... si tras el día de Todos los Santos estamos celebrando el cariño, la dichosa coincidencia en gran parte de nuestra vida con seres únicos, irrepetibles!

Y, además, hoy nos encontramos con gentes nuevas, rostros jóvenes, sonrisas reavivadas; recorriendo las mismas calles, idénticos rincones que sus antepasados. Generaciones renovadas, en fin, que tal vez no hayan conocido a los que se fueron. Pero que seguro han oído hablar a los suyos de sus vicisitudes y lamentos; sus prodigios, también, y las "batallitas" que tantas veces ellos nos narraron a nosotros, los mayores de ahora, todos aquellos que, en la jornada a ellos dedicada, doquiera que estén, celebrarán su día. El día de nuestros queridos, inolvidables ausentes, siempre presentes, protagonistas de nuestro existir.

(A mis padres).

Jesús Pertejo (Madrid)