P ese al tembleque de lo que pasa en Cataluña, hay que seguir adelante, y el PP de Rajoy prepara ya sus listas al Congreso y al Senado -el tradicional baile de los candidatos- que serán tan amplias como siempre, pero de las cuales saldrán muchos menos con el buen empleo: cinco mil euros al mes, de representar en Madrid a su partido, de hacer algunas preguntas como si se interesasen por la provincia que los eligió en listas bloqueadas, y por supuesto de pulsar el botón que se les mande en las votaciones.

Así que en Zamora, con la gaviota y la palabra populares al fondo, lo que no deja de ser una humorada en un PP que tanto rechazo suscita, comparecieron los que han sido parlamentarios durante la pasada legislatura. Realmente, de alguno de ellos se ha enterado ahora la gente de su presencia en las cámaras baja y alta. El caso es que dijeron adiós o hasta luego y aprovecharon la oportunidad para escenificar la retirada del más veterano: el exalcalde de la capital Antonio Vázquez. Era previsible, por la edad, 71 años, y porque su presencia en una candidatura tras confirmarse que su gestión en el Ayuntamiento ha supuesto un coste de casi cinco millones de euros por la singular operación del edificio fantasma, hubiese echado para atrás a muchos de los electores potenciales del partido.

El dedo de Maíllo, presidente provincial del PP, ya tiene nombrado sustituto: el mismo Maíllo, y para número dos, el máximo de posibilidades reales, se cuenta con un cunero que, si al final su partido sigue gobernando, podría tener cargo en Madrid y dar paso a un tercero de la lista, lo que supone que sea un lugar muy codiciado. Desaparece también, por tanto, Martín Pozo, ahora presidenta de la Diputación que las malas lenguas aseguran que continúa dirigiendo Maíllo desde la distancia. Y de la candidatura al Senado se intuye que pueden salir Sedano, que perdió estrepitosamente la alcaldía de Toro, y Carmen Luis, a la que hay que agradecer al menos su discreción y su estilo. Para ocupar su espacio tras el eterno Dionisio García Carnero parece que el dedo señala a Clara San Damián, la frustrada candidata a la alcaldía zamorana, que correrá riesgos de nuevo pues la lista a la cámara alta es abierta, la única.

Ya están todos, pues, los cabezas de cartel, pues también PSOE, Ciudadanos y Podemos tienen elegidos a sus primeros espadas. Pero elegidos por elección, no del dedo, sino en elecciones primarias internas, un obligado rito democrático que solo el PP incumple con cinismo total. Lo que no puede ser es que una o dos persona repartan puestos a su antojo, se escucha entre el resto de una militancia que no cuenta para nada. En todo caso, la actual distribución de parlamentarios por Zamora: cinco para los conservadores, dos para los socialistas, puede alterarse fácilmente en esta ocasión. Porque en la línea de salida, junto a Rominguera y el clásico Fernández por el PSOE, estarán ahora Braulio Llamero por Podemos, y Antonio Requejo por Ciudadanos, y sobre todo el primero, periodista y escritor tan conocido y apreciado, puede tener muchos votos y ser la auténtica voz de la provincia en el Congreso, por lo que su elección no sorprendería a nadie y sería muy bien recibida. Braulio no iría únicamente a apretar un botón.