Aunque cueste creerlo a jóvenes o a olvidadizos, un día como hoy de hace 38 años se firmaron los Pactos de la Moncloa, una sucesión de acuerdos para sacar a España de la crisis en épocas de inflación de hasta el treinta por ciento anual. Acababan de celebrarse las primeras elecciones democráticas en 40 años y todo el arco parlamentario acordó medidas excepcionales para salir adelante, desde Fraga a Carrillo, de Suárez a Felipe González, de los nacionalistas vascos a los catalanes. Las medidas fueron duras pero los sindicatos terminaron aceptándolas y se inauguró, tiempo después, una época de estabilidad y prosperidad como nunca España había conocido en su historia.

Casi cuarenta años después es urgente recuperar aquel espíritu, algo imposible en época electoral, pero imprescindible tras el 20 de diciembre. Por más que cueste imaginar, los líderes de las formaciones que obtengan representación parlamentaria deberán llegar a acuerdos decisivos para superar el deterioro de la economía y el desprestigio de las instituciones. Pero será imprescindible recuperar antes valores esenciales de la política que entonces estaban presentes y que permitieron un año después votar casi por unanimidad la Constitución mas democrática de nuestra historia.

Lo ha recordado la ex diputada socialista María Izquierdo en el acto organizado por Sociedad Civil por el Debate: "Entonces se hicieron las cosas por consenso, con transparencia y con lealtad institucional". El consenso ahora mismo está en el desván, por falta de trasparencia se ha llegado a los abominables casos de corrupción y de la deslealtad institucional informa con elocuencia el todavía presidente de la Generalitat Artur Mas. Así no se regenera un país. El rey Felipe VI lo ha recordado en Oviedo: "Que nadie construya muros con los sentimientos (...). Las divisiones no hacen grande a un pueblo".

La necesidad de que los partidos lleguen a acuerdos es indiscutible y su incapacidad, demostrada en los últimos años. Todavía peor, la aparición de opciones que reniegan de la Constitución y de la Transición, complica la posibilidad de alcanzar un consenso razonable para reformar lo que sea necesario, que no es poco. Por eso la sociedad civil está despertando. La Transición no la hicieron solo el rey Juan Carlos, Suárez y la oposición democrática. La sociedad civil, desde los colegios profesionales a todo tipo de entidades, presionaba para llegar a buen fin. Estamos en una situación relativamente similar; la ciudadanía así lo intuye y se pone en marcha con el convencimiento de que solos los políticos no lo harán, porque incluso aunque muchos lo intenten, necesitan de la fuerza suplementaria de la calle. Ese es el gran reto de las semanas y meses posteriores al 20 de diciembre.

Entretanto, el cerco a la corrupción prosigue. El mismo equipo policial y fiscal que investigó la red corrupta Gürtel de financiación del Partido Popular, se ocupa ahora de las irregularidades en Convergencia, el partido de Jordi Pujol. "Esto es caza mayor", ha dicho Mas. "Esto no es caza mayor sino pesca de peces gordos de la corrupción", le ha respondido Inés Arrimadas, de Ciutadans, líder de la oposición en Cataluña. "Es muy probable que a la altura de febrero o marzo, Convergencia Democrática ya no exista con esas siglas", aventura en privado uno de su más destacados representantes. Primero fue el misil del pujolazo y ahora esta investigación que Artur Mas trata de cargar al presidente fundador para que no le pese judicialmente y también en sus negociaciones con la exigente CUP para mantenerse en el poder.

La semana, por si fuera poca la densidad informativa, ha llevado hasta Madrid a los jefes europeos del Partido Popular en apoyo de Rajoy, desde la señora Merkel a Sarkozy, La planificación del apoyo internacional al presidente español es un acierto y la firma su jefe de gabinete y de campaña, el diplomático Jorge Moragas. Veremos si este despliegue conmueve al electorado. Por si acaso Rajoy hace esfuerzos por acercarse a la ciudadanía y de ahí ese programa en TVE, "Tengo una pregunta para usted". Hay que recuperar la comunicación cercana casi ausente en cuatro años.