Que habrá un antes y después de la llegada del AVE a Zamora, ha dicho la ministra de Fomento, Ana Pastor, mientras la presidenta de la Diputación seguía repitiendo a quien quisiera escucharla el mantra del tan cacareado milagro, en forma de despegue económico y social, que traerá a la capital y la provincia la alta velocidad ferroviaria de los 200 kilómetros por hora.

Un disco muy escuchado ya por estos lares, eso de que llega el desarrollo, un disco rayado que los zamoranos escucharon con la apertura de la autovía de Tordesillas, mientras se sigue todavía a la espera de tantas industrias y puestos de trabajo que por ese camino iban a venir. O con la inauguración, por el otro lado geográfico, de ese Instituto Rei Afonso Henriques que hermanaba Zamora con Portugal y que abriría puertas al tránsito, al comercio, y al turismo, pero que se ha quedado en la sede de un par de noches de fados en los veranos. O todas las posibilidades que para Zamora y Benavente se abrían con el final de la autovía de la Ruta de la Plata. O como se repetirá la historia si algún día se inaugura el tramo de autovía hacia Alcañices para enlazar con el vecino país.

Ya no cuela. En una encuesta aparecida en el periódico resulta que el 75 por ciento de los zamoranos que han participado en la consulta tampoco se creen la demagogia del maná que llegará con el AVE. Es un logro evidente, y eso nadie lo niega, que facilitará y hará más cómodas y rápidas desde Zamora las comunicaciones a Galicia, Madrid y otros puntos del país. Lo demás es vender la moto de cara a las elecciones y de una manera muy burda. Gobierne o no el PP en 2016, aumentará mucho el número de visitantes pero no será por el AVE sino por Las Edades del Hombre en Toro.

El caso es que como ya mañana no se puede usar el viejo recurso de las inauguraciones y puestas en funcionamiento pues no es otra cosa que propaganda electoral del partido gobernante, a la ministra de Fomento, la zamorana Ana Pastor, se supone que a instancias de sus conmilitones del PP local, no le ha quedado otra que escenificar la llegada del veloz tren a la estación de la capital. Una especie de pantomima, con detalles que parecen del más genuino Berlanga, como que el viaje inaugural del AVE se hizo con otro tren, el Alvia, que ya hace tiempo que viene circulando desde Madrid y que será a la postre el que siga pasando por Zamora, aunque a más velocidad, lo que reducirá en media hora el trayecto a Madrid. La lástima es que la modernidad sea tan cara, porque ser el segundo país del mundo con más kilómetros de alta velocidad después de China, es algo que impresiona, como impresiona el lujo en casa del pobre.

Al acto asistieron todas las autoridades, y muchos cargos del PP, y no podía faltar y no faltó el alcalde de Zamora, Francisco Guarido, al que al parecer aún no había llegado la invitación oficial, pero que quiso estar en el evento en nombre de todos los zamoranos, a los que representa, como debe ser. El regidor municipal quiere que el PP no se olvide de una Zamora con tantas carencias y necesidades si después del 20D continúa gobernando, solo o con Ciudadanos. Que no todo va a ser AVE y nada más.