Hace 80 años justos, en un mes de octubre de 1935, dieron comienzo las obras del espléndido edificio que acoge la estación de trenes de la capital zamorana. Fue la antesala de un futuro ligado a la actividad ferroviaria que convirtió a la provincia en nudo de comunicaciones, en fuente de empleo, de cientos de puestos de trabajo que se fueron perdiendo a medida que la carretera se imponía como medio de transporte y en Zamora se perdían servicios y se cerraban líneas.

Con todas sus controversias, su altísimo coste, faraónico para sus más críticos, el AVE marcó el punto de inflexión en la historia moderna del ferrocarril y apunta a consolidarse como el medio de mayor demanda por su comodidad, por su seguridad y por la característica principal en esa nueva red tejida por toda España: reducir tiempos, acortar distancias. Otro mes de octubre, en 2015, Zamora regresa al punto del mapa de las comunicaciones del que nunca debió salir, lo que dio pie a la ministra de Fomento, la zamorana Ana Pastor, para asegurar que habrá un "antes y un después"" del AVE en Zamora.

Porque el ferrocarril se ha convertido en un medio de transporte que resta viajeros al avión y que puede competir con el coche en un mundo cada vez más preocupado por la preservación del medioambiente. Y el futuro del ferrocarril, a pesar de sus detractores, está relacionado directamente con la alta velocidad. Así lo demuestran países cercanos como Francia o Italia, con una fuerte red de comunicaciones ferroviarias.

El tiempo es un bien preciado, quizá el más preciado en esta era vertiginosa que atraviesa la sociedad moderna. El tren que esta semana llegó en forma de "inauguración oficiosa" a Zamora nos deja a menos de hora y media de Madrid, la capital de los negocios, además del punto de procedencia de gran parte de los turistas que visitan la provincia. Y a la vuelta de la esquina aguardan acontecimientos de la categoría de Las Edades del Hombre en Toro y citas habituales que desplazan a decenas de miles de viajeros hasta la capital en busca de su internacionalmente reconocida Semana Santa. Oportunidades para reforzarse como destino turístico, uno de los motores en los que se confía para el maltrecho panorama laboral de la provincia.

Por supuesto que el tren, como las autovías, son solo infraestructuras cuya rentabilidad social depende mucho de cómo se planifique su explotación. Quizá ese ha sido el punto en el que menos ha trabajado la sociedad zamorana después de dos décadas en las que se luchó denodadamente, primero, para conseguir que el trazado por Zamora no quedara en el olvido, pues ese era el plan primigenio del Ministerio de Obras Públicas que entonces dirigiera el socialista Josep Borrell.

Fue una tarea ardua, avalada por los informes de los propios técnicos ministeriales que dieron la razón a los zamoranos que, en manifestaciones y a través de plataformas ciudadanas reiteraban que el futuro pasaba por aquí, por razones de coste, de trazado, de tiempo y hasta de justicia social. Entonces la sociedad zamorana, los agentes sociales, partidos e instituciones formaron un bloque común en defensa del AVE que debe reavivarse con urgencia en aras de obtener el máximo rendimiento del fruto de una larga reivindicación finalmente lograda.

Por tanto, y aunque los trenes estén aún en período de pruebas, aunque sea necesario completar la infraestructura para que todo el eje de la Meseta a Galicia tenga en Zamora su zona de paso obligatoria, el jueves la provincia protagonizó una jornada histórica. Un día que debe servir para espolear a la sociedad para subirse a otro tren, el que simboliza el avance hacia el desarrollo económico.