Vuelve el acuarelista zamorano Satur Vizán (1951) a sorprendernos con sus cuadros. La última vez recuerdo que fue en ese maridaje con Bordell, que pasearon por diversas salas de arte, tan diferente y a la vez admirable obra de ambos.

Por aquel entonces les escribí un texto para su catálogo, exponían en la Galería de nuestro común amigo Ángel Almeida, Espacio 36.

Ahora Satur me invita a escribirle unas palabras sobre sus acuarelas, cuyas fotos me envía por correo electrónico hasta mi dirección, en esta ciudad del Caribe donde resido desde hace un par de años, pero algunos de ellos los he conocido en vivo y en directo, en plena faena del autor o apoyados en las paredes de su pequeño estudio de la calle Santa Clara.

Observo que Vizán, en esta etapa de su vida, interioriza su obra y en su obra, la disecciona y la analiza, de ahí el título de esta exposición que tanto les recomiendo que visiten: "Análisis Interior", es su mirada profunda hacia dentro, como a él mismo le gustaría que la contempláramos, quizá, pero también son esos interiores luminosos los que nos muestra y que cobran vida, aunque sean lugares que hoy estén ya muertos, o caducos, por desaparecidos.

Retoma nuevamente con sus pinceles la atmósfera urbana de la ciudad (Zamora y Madrid, como en otras ocasiones), la lentitud de los automóviles con la luz anaranjada de sus faros, desmayándose, sobre el asfalto nocturno o la humedad plateada de los días lluviosos en la capital de España.

O esa lengua azulada del agua, entre vigorosas espumas. La FRAH. El puente de piedra. Estampas de un universo sinestésico que desprenden el olor a río o esos aromas del incienso encerrado en las capillas de la catedral.

Dejan en esta obra de Satur ese matiz diferenciador, tan importante en el arte, en la minuciosidad de los detalles que el pintor digiere al examinarlos, haciéndolos suyos, esos rincones cálidos de lugares escondidos. Plegarias de soledad.

Y nos pinta hasta el crujido de las vigas del techo o ese mundo de objetos abigarrados y detenidos, impasibles ante lo inexorable del polvo del tiempo.

Igual que nos deja su huella, en la prisa y en la velocidad, cuando traslada al papel la moneda rojiza, incandescente del sol, escondiéndose entre sus favoritos paisajes de frontera. Entre esas carreteras con la cegadora luz de la tarde hacia los horizontes de la raya o esas autovías que desembocan nunca se sabe bien hacia donde.

Satur Vizán le ha tomado el pulso a la luz, la ha devuelto al cielo del papel más blanco. Una luz distinta, a veces como una sombra dibujada en el perfil de los edificios de las avenidas y que se resbala por sus paredes?

Son algunos detalles, mínimos detalles, del mundo pictórico que se capta en la obra de este artista zamorano al que le deseo, y auguro desde aquí, el éxito que siempre tienen sus exposiciones. Espero que el público la visite estos días y responda con su asistencia para compartir tanta belleza y tantos recuerdos juntos. No se arrepentirán.