Hace unos días, a media mañana, me encontraba sentado tomando un café en un bar al lado de mi casa, mientras, miraba por la ventana cómo el otoño había teñido de rojo los árboles, las hojas que caían eran arrastradas por pequeñas ráfagas de viento, la mayor parte quedaban aprisionadas en una rejilla de desagüe. La emisora que tenía sintonizada en mi receptor anunció al contratenor Philippe Jaroussky cantando un aria de Vivaldi. En ese instante el camarero me trajo un periódico abierto por las páginas centrales, en tono jocoso me conminaba a leer un artículo que ocupaba toda la plana, al mismo tiempo me decía "ya ha empezado la rebelión en la granja". El artículo se titulaba "Anoche escribí al presidente" y estaba firmado por doña Cayetana Álvarez de Toledo, XIII marquesa de Casa Fuerte, un valor intonso del PP.

¡Ah! Primero la música y el café. En estas mañanas de Castilla ya hay que tomarlo calentito. Empecé a hablar con mi amigo del fracaso del PP. No es el final del liberalismo, pero representa una seria advertencia a los españoles y en especial a los que creen en cualquier tipo de poder, a menudo administrado desde la soberbia. Ningún sistema político, ninguna situación de poder puede durar mucho tiempo ejercido con arrogancia. Ahora no son los ejércitos los que derrumban a los gobiernos, sino la vida, el espíritu humano, la conciencia del rechazo a la manipulación. Exactamente es lo que ocurrió en las elecciones generales de marzo de 2004, ante la mirada asombrada de los españoles, de repente apareció un volcán del que empezó a brotar la lava de la verdad, no estábamos dispuestos a que el Gobierno saliera indemne del ejercicio del poder. Si la política no nace de la ética se puede caer en todo tipo de tentaciones peligrosas.

Hay algunos aspectos de la política sobre los que creo que no existe debate alguno, el problema de la mala conciencia y las reacciones que provoca. Ejemplo de ellas es la crispación de la que ha sido víctima doña Cayetana, no quiere aceptar que durante los últimos ocho años se plegó al régimen que le impuso el partido, bien por comodidad o por convencimiento, votó siempre a favor de todo cuanto propusieron el Gobierno y el partido. Con todo, lo más sorprendente es que empieza diciendo y además con mayúsculas para que no nos distraigamos de lo que nos quiere comunicar: "Como es natural, no sé cuáles son los planes del presidente del Gobierno". En esto estoy completamente de acuerdo con usted porque nunca los tuvo, pero entre usted y la mayoría de los españoles hay una diferencia profunda, nosotros rechazábamos esa forma de gobernar y usted votaba afirmativamente. Ahora ignoramos si en el seno del PP se ha desatado la "Caza de brujas" y usted siente ira por figurar en esa lista

Si para sobrevivir en ese ambiente hay que plegarse forzosamente al régimen que le imponen, luego por comodidad se acaba colaborando con él. La conclusión que saco de su larga carta al presidente del Gobierno es que se siente humillada por haber estado durante tanto tiempo diciendo lo contrario de lo que creía.

Acépteme que desconfiemos de que su arrepentimiento sea sincero, tengo la impresión de que usted pretende buscar chivos expiatorios o padece de esa rara enfermedad que es la tendencia a no aceptar ninguna responsabilidad ni ante lo evidente. La complacencia con la soberbia nunca ha obligado a los que la practican a retirarse.

Cordiales saludos.