No sé si alguno de quienes han arremetido contra la celebración del Día de la Hispanidad, como Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, José María González "Kichi", alcalde de Cádiz y el actor Willy Toledo han visitado en México la Plaza de Tlatelolco, conocida también como Plaza de las Tres Culturas. Yo estuve allí en el verano de 1980. Me impresionó una placa en la que se lee: "El 13 de agosto de 1521, heroicamente defendido por Cuauhtemoc cayó Tlatelolco en poder de Hernán Cortés. No fue triunfo ni derrota. Fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy".

No vi entonces el monumento en memoria de los fallecidos en la "Matanza de Tlatelolco" el 2 de octubre de 1968. Y no lo vi porque se inauguró el 2 de octubre de 1993, en el 25 aniversario de las matanzas. Para saber lo que sucedió entonces se pueden consultar las hemerotecas o algún buscador en Internet.

Lo que realmente me interesa destacar es el simbolismo de la Plaza de las Tres Culturas: 1. La cultura prehispánica, representada por varias pirámides y ruinas del pueblo mexica. 2. La cultura colonial, constituida por un convento y la iglesia de Santiago. 3. La cultura moderna, simbolizada por la Torre de Tlatelolco y varios bloques de viviendas conocidos como Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco.

Otros muchos países actuales, incluso los europeos, se han fraguado durante siglos con tres o más culturas. La España actual, por ejemplo, es el resultado de varias conquistas y colonizaciones. Los españoles somos un pueblo mestizo en el que romanos, visigodos y árabes dejaron una huella indeleble en el habla y en las costumbres. Nadie les pidió que vinieran a la península ibérica. Llegaron y se establecieron aquí, y a nadie se le ocurre demoler el acueducto de Segovia porque fue construido por el imperio romano.

Es notorio que las conquistas han acarreado siempre desolación y muerte. No seré yo quien lo justifique. Pero trazar una raya para colocar en un lado a los buenos antes de la llegada de los españoles a América y en otro lado a los malos a partir de Hernán Cortés es ignorar la historia. En la América amerindia hubo conquistas entre diversos pueblos con su cohorte de matanzas y exterminio. Por recordar solo a México, los mayas, olmecas, toltecas, chichimecas, totocanas, zapotecas y aztecas fueron algo más que culturas superpuestas. Se impusieron a la fuerza y crearon unas estructuras de poder casi siempre esclavizadoras y aniquiladoras.

No es de recibo argumentar que los pueblos aborígenes estaban allí y podían hacer lo que les viniera en gana, dando así pábulo a la leyenda del "buen salvaje", por emplear un término que forma parte del título del ensayo del venezolano Carlos Rangel "Del buen salvaje al buen revolucionario", publicado en 1976.

Es lógico criticar las atrocidades cometidas por los conquistadores o los colonizadores tanto en América, como en África y Asia. Lo que excede todo raciocinio es intentar contraponer la maldad de los conquistadores a la bondad de los colonizados o conquistados. Mucho se hizo muchas veces mal, pero algo se hizo algunas veces bien.

La celebración del Día de la Hispanidad tiene bastante que ver con la realidad del pueblo mestizo al que alude la placa en la Plaza de las Tres Culturas. Creo que a los actuales mexicanos les resultaría grotesco y hasta indignante que alguien, aunque fuera español, defecara en este recinto emblemático.