Un amigo llama mi atención sobre varios informes publicados recientemente en Estados Unidos que denuncian la continua inclusión de escenas de extrema violencia en las películas de la fábrica de Hollywood.

Uno de ellos, publicado en la revista científica "Pediatrics", indica que las treinta películas más taquilleras entre 1950 y 2012 contenían escenas en las que al menos algún personaje empuñaba un arma de fuego con la intención de matar a alguien. Y lo que es aún más grave, en las películas clasificadas allí como no recomendables para menores de trece años si no va acompañado de un adulto, las escenas violentas se han triplicado en los treinta últimos años. Y hay que tener en cuenta, además, que las películas de ese grupo tienen aproximadamente un 45 por ciento de cuota de mercado en aquel país.

Hace varios años, una coalición de asociaciones profesionales como la Psychological Association o la American Accademy of Pedriatics estableció una cierta relación de causa y efecto entre la violencia en el cine y los medios en general y el comportamiento agresivo entre los menores. Es cierto que se han publicado otros estudios que ponen en tela de juicio esos resultados, pero las noticias que nos llegan con demasiada frecuencia de aquel país sobre tiroteos en las escuelas o en centros comerciales deberían hacer reflexionar a muchos.

Como recordaba el periódico británico "The Guardian", uno de los más poderosos productores de Hollywood, Harvey Weinstein, el hombre al que debemos películas tan extremadamente violentas como "Reservoir Dogs" o "Pulp Fiction", criticó en cierta ocasión el recurso indiscriminado a ese tipo de escenas. Y, sin embargo, el mismo Weinstein está detrás de un nuevo proyecto de Quentin Tarantino, el western "The hateful eight", que nos augura una nueva dosis de tiroteos.

En medio de todo eso no deja de sorprender que Hollywood se haya ocupado bien poco de los episodios de violencia en la vida real de aquel país. Si se exceptúan algunas pocas películas como "Elephant", de Gus Van Sant, basada en la tristemente famosa matanza de Columbine, en la que quince personas fueron asesinadas por dos adolescentes, o "We need to talk about Kevin" ("Tenemos hablar de Kevin"), de Lynne Ramsey, sobre una madre y su hijo, que ha cometido también una masacre en una escuela, ese tipo de violencia apenas ha encontrado reflejo en el cine.

¿Será que no se quiere disgustar al poderoso lobby de la Asociación Nacional del Rifle, a la que no se atreve a oponerse ningún político de aquel país, ya sea demócrata o republicano, si es que quiere llegar al Congreso o a la Casa Blanca?