La tienen todas aquellas personas que aseguran que los bancos son fuente de problemas. No se puede generalizar. Lo que sí se puede decir es que los bancos no tienen corazón. No saben de humanidad. Cantan las cifras y la cuenta de resultados. Y aquellos que alimentan sus cajas fuertes son simple y llanamente, números. Tuvo que ocurrir lo de las puñeteras preferentes, y pasarse con los desahucios, para que esos números que son los clientes, alzasen la voz y empezaran a ponerles las peras al cuarto. Nunca como hasta ahora, los bancos habían sido tan cuestionados. Están en el ojo del huracán social. Entre otras cosas, porque de la crisis han sacado las pertinentes tajadas llegadas de Europa y de los Gobiernos de turno.

Hagan juego, señores! ¡La Banca o el banco, nunca pierde! O casi nunca. Los tribunales, gracias a Dios, empiezan a quitarles la razón donde no la tienen. Hasta ahora parecían infalibles. Pero no lo son. Están sujetos a errores, engaños, fraudes y manipulaciones que, en casi todos los casos, tienen nombres y apellidos pero que, en general, son normas de las distintas casas. Póngale usted el logo que quiera.

Lo vengo diciendo hace tiempo. Llegará el día en que nos cobrarán hasta por entrar y saludar porque al pronunciar esas palabras de cortesía estaremos invadiendo su espacio ambiental. ¡Tiene bemoles! Me ha sorprendido leer en nuestro periódico que la venta de preferentes ha tenido y tiene su repercusión en la salud de los afectados, en unos más que en otros, dependiendo de la pérdida. No es lo mismo el que perdió unos euros, que el que perdió los ahorros de toda su vida. Esos que se ganan con el sudor de la frente individual y a veces también colectiva, cuando de reivindicar derechos laborales se trata.

Conozco a varios preferentistas con la salud bastante mermada desde que se descubriera el pitote. Gente fundamentalmente mayor que se ha quedado sin nada o con lo puesto, hablo en términos monetarios. Y es una vergüenza y una pena. Los jueces tienen que ser inflexibles con los canallas. Los jueces no pueden ni deben dejar pasar la ocasión, para que quienes robaron el dinero y la salud de tantos y tantos hombres y mujeres, paguen, con la cárcel si ello es menester, pero devolviendo también lo "defraudado". Tiene que ser horrible eso de levantarte una mañana y enterarte de que los cuatro o los cuatrocientos euricos que tenías por si vienen mal dadas han desaparecido.

Creo, a tenor de la noticia, que también se va a evaluar la relación entre la experiencia vivida y el sueño, la actividad física o el consumo de tabaco y alcohol. Esa situación ha quitado de golpe el sueño a cientos de preferentistas. Gente que no ha vuelto a saber lo que es pegar un ojo. Gente que pasa las noches en blanco. Los investigadores tienen por delante una tarea ardua.