Tenemos en Zamora la calle Pelayo. ¿ Por qué no podría ser la calle de Don Pelayo? Por algún motivo se omitió el tratamiento de don y quedó como más familiar Pelayo a secas. Durante toda mi vida he conocido esta céntrica calle, entre Santa Clara y San Torcuato; una vía pública que, aunque está muy bien situada, no es de mucha concurrencia.

Quiero pensar que el nombre que le pusieron a esta calle es a la memoria del Héroe de la Reconquista del suelo hispano, don Pelayo, el rey visigodo que durante los años de su reinado, 714-737, desde las montañas de Asturias plantó batalla a los árabes y desde allí inició la Reconquista luchando contra el moro Muza y cuantos musulmanes habían invadido la península.

Recuerdo que en esta calle, hace bastantes años, estuvo instalada la fontanería de Atilano González, un simpático personaje conocido, más que por su profesión, por su vocación semanasantera actuando como Merlú.

También recuerdo que en la calle Pelayo estuvo instalada la sede del Frente de Juventudes. Allí se reunían los Flechas y Pelayos de aquellos tiempos (no creo que el nombre de la calle tuviera que ver con aquellos espabilados muchachos). Allí estuvo también la Mutua Patronal Castellana, adonde vi alguna vez acudir a curarse a obreros accidentados en el trabajo.

Lo que sí considero como más interesante es que por la calle Pelayo estaban las puertas accesorias del Banco de España y que por allí llegaban, con cierta periodicidad, las remesas de fondos monetarios. Cuando esto ocurría, la Guardia Civil cortaba el paso por aquel tramo mientras se procedía a la descarga de la "preciada mercancía" que era trasladada inmediatamente a los sótanos de la primera entidad bancaria de nuestra capital. Pero el Banco de España fue trasladado a la plaza de Cristo Rey y luego se lo llevaron de Zamora, seguramente porque debimos perder categoría financiera. Este bonito edificio en la esquina de la calle Pelayo y Santa Clara, de estilo modernista, después fue utilizado por Caja Duero y ahora, hace pocos años, quedó deshabitado y seguramente a la espera de que alguna firma pudiente se atreva a utilizarlo.