Esta página religiosa del domingo cubre un espacio dentro de un medio informativo. A un diario, a un periódico, por más que sea de ámbito provincial y privilegie el entorno más cercano, fuerza le es mirar a lo lejos. Hay lugar para todos y para todo. La prensa por lo general es un medio de exteriores, se alimenta de teletipos, informa, trae noticias, las comenta y analiza. Esta página, en concreto, mira preferentemente hacia dentro, a los espacios que decimos del alma, al mundo de la fe.

Escribo este comentario con casi un mes por delante y después de la visita en Burdeos a la iglesia románico/gótica de Saint Seurin, considerada como la gran basílica funeraria episcopal de Burdeos. Allí se venera una imagen bajo el título de Nuestra Señora de la Buena Noticia del siglo XIV. María lleva en brazos al Niño, que le está poniendo sobre el corazón un pajarito, símbolo del alma humana. Jesús viene al mundo encomendándole a su Madre el cuidado, la protección y el amparo de los humanos. Es el "he aquí a tu hijo" desde la cruz, pero con treinta años por delante. Y, ¿por qué aquí esta imagen?, ¿cuál su significado? Me explico. Quien esto escribe ya no lo hace en funciones de párroco en Zamora de San Juan y San Vicente; ahora ejercerá esas mismas funciones en los pueblos de Cubillos y Moreruela de los Infanzones.

No puedo por menos traer aquí las palabras del papa Francisco en su exhortación "La alegría del Evangelio" cuando habla del "dinamismo de salida" y dice que "el Evangelio siempre tiene la dinámica del Éxodo y del don, del salir de sí y del caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá". El señor dice: "Vayámonos a otra parte, a predicar también en las poblaciones vecinas" (n.º 21). Pues eso, vecinos y bien vecinos de Zamora estos dos pueblos de Cubillos y Moreruela de los Infanzones. Este comentario de hoy anuncia ya la entrada en los nuevos pueblos. No me gusta, no, lo de "toma de posesión". Gratitud por todo y para todos y a ese Dios al que proclamamos dueño de la mies, de la vida y del tiempo y al que pedimos su bendición con el Salmo 127. No se escribe la vida a partir de una página en blanco, pesa y mucho el pasado. Pero no hay por qué refugiarse en los recuerdos, que Zamora queda al lado, no más que a tiro de piedra. Seguiremos, ¿cómo no?, celebrado el pasado y componiendo al tiempo el presente. También a nosotros, los sacerdotes, se nos encomienda el cuidado del alma humana y pediremos al señor con el salmista "que bendiga todos los días de nuestra vida".