Como en Internet cabe todo, sobre todo si se cobija y ampara en el anonimato, aunque ahora la impunidad ya no es tanta como antes, podía leerse en la red, un día de estos, una curiosa lista por Madrid que el PP presentaría a las elecciones generales, con Rajoy a la cabeza, seguido de Rato, Bárcenas, Mata, Mato, Fabra y otros imputados por grandes escándalos de corrupción. Otra cosa que podía leerse, con menos mala uva y más ingenio, era la posibilidad que se barajaba de situar a Rajoy en cuarto o quinto lugar de la candidatura, como hicieron con Mas los independentistas de Cataluña, que por cierto a estas alturas y con tantas opiniones y valoraciones diversas ya no se sabe si ganaron o perdieron.

El caso es que, Internet aparte, la precampaña para el 20 de diciembre se pone en marcha y los partidos comienzan a elegir, a dedo o en elecciones primarias, a sus candidatos, lo que origina, como siempre en estas ocasiones pero esta vez más, que ya se detecten los primeros enfrentamientos, choques, codazos, zancadillas y empujones, con algunos aspirantes con el cuchillo entre los dientes, para lograr seguir siendo (o comenzar a serlo) un empleado de lujo del partido al que representará en el Congreso o Senado, que son como la Primera y la Segunda División de la política, y es que entre los parlamentarios aún hay clases, aunque muchos pueden jugar en cualquier categoría. El caso es jugar, o sea: cobrar.

Donde según parece las disputas ya se han iniciado es en el seno del PP que se enfrenta, con el poder en juego y dudosas perspectivas de retenerlo, a la disyuntiva de renovarse o no renovarse, siempre a dedo por supuesto, que la democracia interna les produce alergia. Lo malo es que quienes llevan décadas de cargo en cargo y tiro porque me toca, con Rajoy el primero, no están dispuestos a ceder su posición de privilegio. Pero por otro lado la tímida presencia en la cúpula del partido de algunos dirigentes jóvenes -aunque jóvenes no siempre quiere decir renovadores- ha sembrado de esperanzas la probabilidad de que en las candidaturas se otorgue luz verde a gente nueva, con nuevas formas de hacer política y con un impoluto historial de honestidad como bagaje principal. El presidente, lo más seguro, intentará complacer a ambos sectores, a los jóvenes turcos y a la vieja guardia, o sea más de lo mismo y algunas novedades, puede, en la línea de salida. En cualquier caso la disputa será dura porque además el PP perderá en estas elecciones alrededor de 50 diputados, lo que dejará mucho menos espacio para colocar a su personal.

En Zamora ya se ha adelantado convenientemente por el mismo partido que el continuismo será el signo de las candidaturas, con Maíllo de número uno y con un segundo candidato por determinar que pudiera ser un cunero, como en los comicios anteriores. Para el Senado, el especialista en asuntos iberoamericanos y bolivarianos García Carnero se da por descontado. Y queda lugar para las renovaciones, si las hay, y suplencias. Pero algo tendrán que hacer. El PP de Castilla y León, presionado por Ciudadanos, que le mantiene en el poder, ha pedido a Rajoy que incluya como promesas electorales las listas abiertas y las primarias en el partido. Claro que bastante le importa a Rajoy prometer en campaña.