La gran fiesta anual de Fundación Caja Rural fue una fiesta con nota. Una cita social de primera magnitud. Posiblemente, la mejor que se recuerda y no solo por la identidad de los homenajeados en esta ocasión. Fue todo, la puesta en escena, el prólogo y el epílogo y sobre todo el contenido humano de esos reconocimientos sin duda merecidos. Y por las palabras de su director general, Cipriano García que, una vez más, y en un discurso cercano, coherente, sencillo, riguroso y tremendamente reivindicativo, como corresponde, pidió que un consorcio público privado impulse los grandes proyectos que afectan a la provincia y que no son pocos. Los más cercanos, la llegada del Ave a Zamora y la próxima edición de Las Edades del Hombre en Toro.

Impecable la organización. Extraordinario el esfuerzo. Magistrales los discursos que se escucharon a lo largo de una velada que se hizo corta y en la que cuajó una brillante faena el secretario general de la Fundación, Feliciano Ferrero Freire, que ejerció de maestro de ceremonias, y que estuvo pendiente hasta del más mínimo detalle.

Yo sé del cariño y del esfuerzo que realiza Caja Rural por dotar a la entrega de premios de la Fundación Científica del mayor realce posible y lo consigue plenamente. No debe ser fácil hacer lo que hace esta entidad zamorana en plena expansión hacia provincias limítrofes, donde su presencia refuerza el proyecto de la entidad. Su poder de convocatoria da fe de su importancia y de su cercanía, de su utilidad y de su valor en alza. Pocas entidades consiguen convocar en un solo acto a más de mil personas provenientes de todos los ámbitos de la sociedad zamorana. Y nadie quiere perdérselo. En primer lugar, por todo lo que representa la Fundación, volcada en un servicio social digno de encomio. Y porque entre los premiados siempre hay familiares, amigos, personajes entrañables de la vida zamorana, grandes hombres y mujeres, cuántos de ellos haciendo de un trabajo callado y sin alharacas una gesta continua. Se va a seguir hablando durante mucho tiempo de la última edición de los Premios, que se reciben con satisfacción y orgullo porque reconocen lo que, a veces, al resto de zamoranos les cuesta reconocer incluso en sus destinatarios: los Valores Humanos, el Deporte, la Cultura, el Zamorano del Año y el Zamorano Ilustre que este año nos ha devuelto a los zamoranos la figura de un emprendedor, de un gran empresario, de un hombre de empuje que aprendió el oficio de su padre y cuyo espíritu empresarial le ha llevado a cruzar muchas fronteras. Y con don Antonio Martín Castro, José Luis Fernández, Francisco Díez, Casimiro García y Francisco Somoza. Sus pequeñas y grandes gestas personales y profesionales les han sido por fin reconocidas. Y ha sido en el transcurso de una cita social de envergadura.