Parece que vuelven los nervios y los miedos al PP tras la debacle del partido en las elecciones de Cataluña, y sobre todo tras el éxito de Ciudadanos, por mucho que Rajoy diga que es el PSOE el rival a batir. El miedo se puede volver pánico a medida que se vaya acercando la fecha de las generales, que al final seguramente sean el 13 de diciembre. Un plazo ya muy breve, poco más de dos meses, así que se comprende la situación y que por Madrid de nuevo circulen rumores acerca del enfado de ciertos sectores del poder, y no solo dentro del partido, que desearían que Rajoy no encabezase la lista porque su destino parece marcado, por mucho que algunas encuestas, tampoco todas, le contemplen como el partido más votado pero sin que ello garantice que pueda seguir gobernando.

El auge de Ciudadanos asusta al PP que empieza a ver en los de Rivera no solo al grupo que puede apoyarle a seguir en La Moncloa sino a un serio adversario en su misma línea de salida y al que la gente contempla ya decididamente como una posibilidad de cambio o de relevo a un proyecto agotado; como una derecha o un centro derecha liberal, joven, moderno y sin complejos, con otro estilo y otras maneras de hacer política; como la solución, en suma. En el mismo seno de Ciudadanos se empieza a comprender así y se dan los pasos para que así sea, perfilando más cierta distancia con Rajoy y los suyos y abriéndose más a la sociedad y al resto de los partidos, no solo sirviendo de sombra protectora al PP como hasta ahora sino jugando como oposición cuando y donde es necesario. Una táctica inteligente de cara a un electorado propicio que ya está harto del PP, al que no perdona sus incumplimientos y la corrupción que le salpica. Y en todo caso, siempre queda el pacto de gobierno, ya sea con Rajoy, lo más probable, e incluso con el PSOE de Pedro Sánchez con quien, según cuentan, Rivera se entiende bien.

De modo que el presidente del PP y del Gobierno sigue multiplicando su actividad, lo mismo que sus voceros en las provincias, que no paran. Algunas de las cosas que hacen o dicen darían auténtica risa si no dieran pena. En Zamora, por ejemplo, donde los mismos que subieron los impuestos municipales lloran ahora porque quieren participar en la bajada de tasas hecha por el equipo de izquierdas que gobierna el Ayuntamiento de la capital. O cuyos diputados nacionales han elevado 25 preguntas al Congreso durante los cuatro años de legislatura, mientras la diputada del PSOE hacía 140 en un año.

Por aquí, ya solo les queda como recurso a los del PP lo del AVE que llegará en diciembre, dicen, con el maná del turismo y el desarrollo. Hasta se postula un consorcio para optimizar sus recursos. La foto y nada más, lo de siempre en una provincia con más de 200 proyectos pendientes y marcada por el continuismo y el inmovilismo, producto de ser gobernada siempre o casi siempre por los mismos, el mismo partido y sus fórmulas caciquiles. En diciembre, puede que se consume el rechazo mayoritario de Zamora al PP aunque ya se tenga el AVE que, por cierto, ha llegado con tres meses de antelación a León y a Palencia, y sin que la ministra del ramo sea de allí.