Desde hace ya varias décadas existe una progresiva sensibilización social hacia los problemas que plantean las discapacidades, que se concretan en importantes avances y realizaciones en múltiples áreas de nuestra sociedad. La declaración del 2003 como Año Europeo de la Discapacidad por la Unión Europea no dejó de ser un hito muy significativo, que redunda en más iniciativas y progresos. Pero tampoco se puede olvidar la historia pues, al fin y al cabo, el futuro tiene sus raíces en el pasado. Y en décadas y siglos anteriores no han faltado figuras señeras como las de Esquirol, Braille, María Montessori, Pestalozzi, Sancte de Sanctis y otros educadores o científicos que lideraron a tantas personas desconocidas a las que no podemos sustraer el mérito, hecho día a día, con tantas penurias e incomprensiones externas como ánimo personal para afrontarlas en esta paulatina lucha contra los estigmas y las limitaciones que imponen muchas enfermedades y secuelas crónicas e incapacitantes.

Muy lejos quedaron, en nuestro mundo desarrollado, al menos, la insensibilidad, la agresividad de los tristemente famosos montes Taigeto y Tarpeia, en los cuales se dice que griegos y romanos eliminaban a los más débiles. También nos es muy lejana la discriminación mendicante, la bufonería y tantas otras malas respuestas de la Edad Media. A partir de la obra de Parcelso De Generatione Stultorum, en 1530, se comienza a dar pasos positivos. Y así, Ponce de León, monje benedictino español, hace célebre en el siglo XVI un método para sordomudos; y san Juan de Dios funda en el siglo XVI los primeros hospitales cuyo evidente servicio llega hasta nuestros días, por citar dos ejemplos, entre muchos, que enlazan históricamente al desarrollo científico asistencial que queda referido en el párrafo anterior. De esta última institución cabe recordar que se le acaba de otorgar el premio Princesa de Asturias 2015.

Además, se están obteniendo avances significativos en la organización de las instituciones, la preparación en los profesionales que trabajan para atender a personas discapacitadas, las medidas para hacer más accesible y permeable la sociedad a dichas personas. También con perspectiva y planificación se van elaborando proyectos para enfrentarse con las dificultades que el envejecimiento pueda ir añadiendo a los déficits ya presentes en esas personas. Y así, el 2 de octubre, señalado como Día Mundial de la Parálisis Cerebral, es otro hito positivo en esta positiva carrera para ayudar a personas que necesitan el apoyo de todos.

Ángel García Prieto

(Oviedo)