Es sin duda la calle más conocida y paseada de Zamora y de todo el turismo que llega a nuestra ciudad en todas las épocas del año. Es el eje de la ciudad. Es la calle preferida y más apreciada para el paseo familiar, individual y por parejas de los zamoranos. Es el paseo por excelencia desde la Farola hasta la Catedral y vuelta. Por ella pasan prácticamente todas las procesiones de Semana Santa, todas las manifestaciones políticas y artísticas, la preferida de la Águedas ? qué sé yo? En fin que es la calle más entrañable y la más utilizada por los zamoranos. Y digo bien todos los zamoranos, porque lamentablemente es también la preferida por los jovenzuelos y no tan jóvenes que utilizan las bicis y los patines, no para desplazarse porque no pueden ir por otra, sino para divertirse y poder ir a toda velocidad esquivando peatones que es más divertido que ir por los Tres Árboles o por cualquier otro sitio donde no hay nadie paseando.

Hace cosa de un mes, quien esto escribe fue empujado a la altura de la iglesia de Santiago por un chico de unos 17 o 18 años que iba sobre patines y que no me tiró al suelo porque solo me rozó, y porque peso 80 kilos. Estaba compitiendo con otro amigo de su edad. Ni se inmutó, por supuesto. Esto mismo le podía haber ocurrido a una turista anciana de 50 kilos y desde luego la hubiera tirado al suelo. Y no es exagerado ni inverosímil decir que se hubiese golpeado la cabeza y? haberle pasado algo serio. Ni que decir tiene que si eso sucediera saldría reseñado en todos los medios nacionales. Y en Madrid, por ejemplo -de donde vienen la mayor parte de los turistas- no faltaría algún medio de comunicación que advirtiese a los turistas de ese peligro de Zamora, dándole color y dramatismo, si el incidente hubiera sido leve, y con letras muy gordas si hubiese sido grave. Insisto, no es ninguna exageración.

Es necesaria y urgente la solución de este problema. Es cierto que hay dos letreros, uno al principio en la plaza de Sagasta y el otro al final, en la Farola. Pero son unos carteles a mucha altura y con un texto pobre. A esos carteles les falta lo más importante: primero que hay que buscarlos para verlos y, lo más importante, que no avisa de la sanción por su incumplimiento. Y para convencer a unos jóvenes que ya han tomado la calle como suya es necesario saber a lo que se enfrentan; y la sola mención de una multa importante puede tener un efecto positivo sobre todo si se divulga entre ellos la noticia de que ya se han iniciado las sanciones. Claro que será necesaria una mayor presencia policial y una aplicación tajante de la ley. Ya se sabe que el cumplimiento de las leyes y normas no es el fuerte de los gobernantes; no lo ha sido nunca.

Cuando le nueva norma produzca los efectos que se esperan de ella, las multas convencerán a los jóvenes del peligro. El mundo se mueve por dinero; y entre los jóvenes tanto o más. Ojalá que el nuevo alcalde se convenza de la necesidad de resolver este negro asunto, y que rece, fervorosamente, aunque no sea un experto, para que no ocurra un accidente grave que se lleve por delante los esfuerzos de Zamora para fomentar el turismo, imprescindible en nuestra economía.

Manuel Echanove (Zamora)