Han visto pelar las barbas del vecino madrileño, donde Ciudadanos ha obligado al PP a cargarse el Consejo Consultivo, y aquí en Castilla y León intentan poner parches y vendas al asunto y a toda velocidad una vez que los representantes del partido de Albert Rivera ya han pedido la clausura del ente, o lo que sea eso, aparte de un cómodo cementerio de elefantes para políticos amortizados, ubicado en mala hora en Zamora a la que desde Valladolid se niega todo, pero se utiliza a conveniencia. Así que visita de la flamante presidenta de las Cortes, mientras se dora la píldora alevosamente a Ciudadanos, para que Silvia Clemente, antes consejera de Cultura y luego de Agricultura, se suelta algo como que el Consultivo es garante de la legalidad para que no pase como en Cataluña. Si la hubiesen oído Mas y Junqueras, que se han reído de Rajoy y que aseguran que se reirán de lo que dice el Constitucional, seguro que sus carcajadas podrían escucharse desde el corazón del casco antiguo zamorano. Y ya que pasaba por allí, Clemente se refirió, lo más vagamente posible, a una futura reducción del número de procuradores regionales, que sabe que es algo que siempre gusta al personal, harto de la tropa que vive de la política.

Ese mismo día, en el Ayuntamiento de la capital se originó un curioso rifirrafe entre la concejala de IU Laura Rivera, y la frustrada candidata a la alcaldía y ahora cabeza de la bullanguera oposición, San Damián, a quien la edil de izquierdas, sin andarse por las ramas, recordó su puesto a dedo de coordinadora en Castilla y León de la violencia contra la mujer, menos contra la mujer de Francisco Guarido, el alcalde, o sea, ella misma. La del PP, aquella que definió a sus adversarios políticos, en un mitin de su partido en la campaña electoral de mayo, como los sinvergüenzas que querían quitarles el Ayuntamiento -y se lo quitaron- acusó el dardo tras un debate en el que salió adelante que la Tesorería se admite como puesto de libre designación. Pero no por enchufismo, precisó Laura Rivera, edil de Personal.

Y mientras tanto, los partidos de Zamora empiezan a pensar en sus listas para las generales de diciembre, vísperas de Navidad o casi. "La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va, y Rajoy se marchará y ya no volverá más" es un villancico leído en las redes sociales. Puro voluntarismo, porque las encuestas no prevén eso, aunque todo es posible. Aquí la candidatura al Congreso la liderará Martínez-Maíllo, lo que es lógico, porque está en el PP nacional, y porque es, con mucha distancia sobre todo lo demás, el político local más capacitado. De segundo pudiera ir otra vez el cunero Calvo Sotelo. Y para el Senado, el eterno García Carnero, en primer lugar, y puede que después se entreabra un poco la puerta a una renovación. Lo mismo de siempre, pues, una nueva apuesta por el continuismo y una nueva condena al inmovilismo de la provincia, cada vez más sumida en un marasmo gris e impotente. Y el mismo continuismo en el PSOE, aunque al menos no a dedo sino en elecciones primarias, que han dado los encabezamientos de las listas a Rominguera y a José Fernández, otro clásico. Solo queda la esperanza de que Ciudadanos, o Podemos, o Vox consigan representar de verdad a Zamora en el Parlamento, que pudiera ser y que falta hace.