Parece claro que estamos pasando un mal momento como país. Estamos inmersos en un valle de pesimismo sobre nuestro futuro como nación: que si tenemos que cambiar la Constitución, que España se rompe por el reto catalán, que tenemos unos políticos de mierda que no dan la talla como hombres de Estado, que a pesar de la mejoría económica aún nadie ve la salida al túnel, que los nuevos partidos nos pueden llevar a una situación como la de Grecia, que nuestras instituciones no nos dan confianza ni credibilidad, que sí? Y así no se puede vivir mucho tiempo. Acabaremos quebrados.

A todo esto tenemos que añadir el cansancio que nos están produciendo tantas elecciones -municipales, catalanas y generales- donde se agrandan los problemas y no se deja títere con cabeza con descalificaciones absolutas entre partidos y personas. Para colmo de males, están de moda en los medios de comunicación, especialmente en la televisión, las tertulias políticas donde se reverberan todos estos problemas y donde el nivel de ruido, mala educación, interrupciones continuas con gritos incluidos y descalificaciones son insoportables pero parece que tienen éxito por su abundancia. ¡Pobres españoles!

Acabo de leer el libro de José A. Zarzalejos titulado "Mañana será tarde" donde describe un panorama muy preocupante para nuestro futuro; en el libro se analiza la crisis de la Monarquía, la de los nacionalismos catalán y vasco además de la influencia y control del poder tóxico, tanto político como económico, sobre los medios de comunicación que no están cumpliendo con su función de independencia porque están totalmente mediatizados. Todo es negro. Las declaraciones que estamos oyendo sobre Cataluña, ahora agudizadas con la campaña, son espeluznantes. Parece que somos países a punto de entrar en guerra. En un reciente artículo de Juan Luis Cebrián en un periódico nacional titulado "Reconstruir el Estado" dice "que no se trata de reformar la Constitución para resolver el problema de Cataluña, porque el problema es España. El deterioro de las instituciones amenaza con destruir el sistema democrático". Y para colmo llega Fernando Trueba y dispara en el Festival de San Sebastián: "Nunca me he sentido español".

Al español siempre le ha gustado flagelarse y ahora estamos en ello. También somos bipolares "o todo negro o todo color de rosa". Y basta que caiga un gran triunfo deportivo para sentirnos sublimes y eso tampoco. Lo siento, pero la vida no es así. Con esta conducta perdemos gran cantidad de energía necesaria para solucionar los problemas reales, que nadie duda que son muchos pero posiblemente siempre ha ocurrido lo mismo ya que somos una sociedad plural y compleja. Para ello es necesario trabajar juntos dentro de la diferencia, labor difícil de llevar a cabo entre españoles. Pero si no somos capaces de hacerlo, claro que lo tendremos difícil. No podemos como país hacer borrón y cuenta nueva de todo: sería un desperdicio histórico que nos llevaría a la ruina.

Yo también creo que debemos emprender bastantes y diversas reformas, no solo la Constitucional, pero con afán constructivo y no viendo al contrario como un enemigo sino como un colaborador. Como siempre, volvernos a mirar a la Educación tan maltratada por nuestros políticos. Por ahí empieza siempre el verdadero camino para hacernos ciudadanos responsables, sociales y libres.

Salud y suerte.