Los zamoranos han podido comprobar ya que quienes no esperaban ganar las elecciones municipales no solo han demostrado que no están capacitados para gobernar, sino también que ni siquiera pretenden aprender a hacerlo, sencillamente porque solo saben hacer oposición. Efectivamente me refiero concretamente al alcalde de Izquierda Unida de Zamora que lleva más de dos meses dando palos de ciego y haciendo puro postureo político desde el papel de la oposición que parece no haber abandonado tras muchos años ejerciéndolo.

Y lo más grave de todo no es solo la nula capacidad de Izquierda Unida para resolver los asuntos municipales -con el consentimiento expreso del PSOE-, sino que este partido político utiliza el Ayuntamiento de Zamora con la única intención de hacer oposición a la Diputación Provincial, cuando los intereses de los ciudadanos deberían estar por encima de sus intereses partidistas.

Como muestra de ello tenemos varios botones pero dos se llevan la palma por encima de los demás. Asistimos atónitos y a la vez preocupados a cómo el señor Guarido pretende convertirse en juez y parte en asuntos que no son competencia municipal, con el único ánimo de enredar y de satisfacer a los sectores más radicales de la izquierda a la que representa.

Viene ahora a proponer cómo se debe gestionar el Teatro Ramos Carrión cuando es propiedad de la Diputación Provincial, administración competente para legítimamente elegir el sistema de gestión futura, no solo del citado teatro sino de todo el centro cultural que se pondrá en funcionamiento en torno a él, con palacio de congresos incluido.

Hace falta tener mucha cara para hacer esta propuesta, como hace falta tener desvergüenza política para pedir acudir a la entrevista que ha mantenido la presidenta de la Diputación Provincial con la ministra de Fomento para tratar asuntos de infraestructuras que afectan al conjunto de la provincia, más aún cuando Guarido y sus compañeros de gobierno municipal han tenido más de dos meses para solicitar una reunión con ella y no lo han hecho.

En cambio, no han perdido el tiempo en citarse con el subdelegado del Gobierno para plantear la reparación de las aceras de la avenida Cardenal Cisneros, de titularidad estatal. Curiosamente, Francisco Guarido y Laura Rivera, matrimonio que gran parte de su vida ha vivido de la política de la que viven actualmente, tienen su vivienda en una parte concreta de la travesía de Cardenal Cisneros. Sí, piensen mal, y acertarán.

Lo triste es que nos tememos que esta será la tónica habitual en la manera de actuar de Izquierda Unida, y de la que saldrá solamente beneficiado de algún modo el Partido Socialista con el que comparte gobierno municipal, con el consiguiente perjuicio que este desgobierno causará a todos los zamoranos.

Las malas lenguas dicen ya que los socialistas dejan a propósito a Guarido y su equipo que se equivoquen una vez sí y otra también, con la única finalidad de trasvasar sus votos en próximas citas electorales. Ya saben "a río revuelto, ganancia de pescadores".

En fin, el mal llamado "milagro de España" que ellos mismos se atribuyen solo es un fiasco y un engaño para hacer oposición a la Diputación Provincial y a todo lo que les suene a Partido Popular.

Se supone que los zamoranos, los que les votaron y los que no, esperan otra cosa. La decepción se palpa también ya en la calle.

Eso sí, mientras tanto no pierden el tiempo en colocar a sus familiares en puestos de confianza, pero eso será tema de análisis en otra ocasión.