con el grueso de la temporada taurina cumplido, no cabe duda que los festejos taurinos en numerosas localidades de nuestra provincia han resultado el "plato fuerte" de las distintas celebraciones festivas.

Toros por la mañana, tarde y noche, corriendo por el campo, las calles y las plazas, para disfrute de vecinos y forasteros compartiendo tendido, espacio apretado en el remolque o de forma arriesgada a pie entre talanqueras en un ambiente sano, distendido y que contribuye a mantener y ampliar la amistad con los suyos y aquellos que aun siendo de fuera, a través de los toros se sienten en su casa.

Un momento inolvidable el de los toros para tantos y tantos hijos del pueblo que la vida los hizo emigrar y que vuelven por estas fechas para recrear sus tradiciones y costumbres: la música, el baile, la procesión y, cómo no, los toros.

Miles de personas que han convertido las celebraciones taurinas en el acontecimiento más numeroso y participativo de cuantos se celebraban.

Calles y praderas abarrotadas de gente, de muy diversos lugares de España, junto a los que emigraron fuera de ella felices por poder reunirse un año más alrededor del santo patrón (o santa) del pueblo. Y sin límite de edad, puesto que los festejos taurinos no discriminan ni crean trauma alguno, más bien al contrario estimulan valores fundamentales en la sociedad, principalmente la solidaridad y el respeto a los mayores, por ello las calles se llenan de niños, adolescentes y adultos, personas de bien, que un momento dado desean, como hacían sus antepasados, sentir la emoción por un lado de ver correr un toro a su lado y por otro disfrutar de la estampa de tan bello animal, una agrupación racial, pese a quien pese, genuinamente española.

Y en ese tratar de ofrecer lo mejor a sus vecinos, están los ayuntamientos implicados en la promoción de la fiesta, sin tener en cuenta el color político del alcalde o concejal de turno, lo que demuestra que no tienen razón los que esgrimen ese mensaje caduco de que "los toros solo son de derechas".

La cultura, en este caso la taurina, pertenece a los pueblos y no a los gobernantes, pues son sus habitantes quienes la recrean año tras año y que como la música popular recoge: "señor alcalde, señor alcalde/ que si no hay toros, tampoco hay baile/ y si no hay baile, tampoco hay misa,/ porque los mozos no la precisan...".

Castilla y león, y la provincia de Zamora más concretamente, es tierra de larga tradición en festejos populares, reflejo de las señas de identidad de nuestros pueblos, los cuales producen consecuencias beneficiosas, como son el atractivo turístico que estas fiestas, habitualmente patronales, generan, con un importante flujo de personas hacia los lugares de su celebración, dada la gratuidad de la asistencia como espectador. A su vez, la propia organización de un festejo de este tipo comporta una economía propia de empresarios y trabajadores que, directa e indirectamente, "viven" de estas fiestas taurinas, como son los profesionales taurinos, las empresas ganaderas, las explotaciones agrícolas (pastos, forrajes, cultivos herbáceos), las compañías de seguros, los profesionales sanitarios y veterinarios, las empresas dedicadas a instalar elementos de cierre (plazas portátiles, recintos taurinos, barreras, talanqueras, etc.), los medios especializados de comunicación, merchandising o el propio sector del ocio y hostelería (contratación de personal en locales) que resultan claramente mejorados económicamente, contribuyendo, de este modo, los festejos taurinos a asegurar la viabilidad y sostenibilidad de diversos sectores de nuestra frágil economía, y a generar un impacto económico en el municipio donde se celebran.

Felicitaciones a todos los consistorios y comisiones de fiestas que, con no pocos esfuerzos, recrean la fiesta de los toros año tras año. Gracias, en nombre de los miles de aficionados que han poblado las localidades de la provincia en mañanas o tardes de toros. Sí, miles y miles de personas abarrotando los pueblos, dinamizando a la vez la economía de las localidades, aunque en todo caso, no es cuestión de cifras ni de mayorías, es cuestión de libertad, como la que han tenido tanto los que decidieron salir a la calle a vivir los toros como los que respetuosamente decidían no hacerlo y quedarse en su casa o en la bodega.

Un brindis por esta fiesta universal que en Zamora, provincia eminentemente taurina, amamos y vivimos con pasión.