Zamora se desangra, lo dicen los fríos números y estadísticas que hemos conocido recientemente. Datos que, sin embargo, no son suficientes para expresar el sufrimiento que muchas familias zamoranas experimentan cada día cuando deben enfrentarse al mantenimiento de un hogar en el que hace meses no entra ni siquiera la prestación por desempleo, mientras sus seres queridos abandonan la provincia en busca de un incierto futuro mejor.

Hemos perdido población joven en la última década a un ritmo que prácticamente triplica la media nacional, y que se sitúa en la más que preocupante cifra del 20,30%. Estamos perdiendo nuestro futuro, así de simple. Mientras, los que ocupan y han ocupado los cargos de responsabilidad en nuestras instituciones hacen políticas de escaparate y foto, miran para otro lado y reciben, sin pudor, el aplauso de sus acólitos que a ningún lado lleva.

Ejemplo claro está en la figura de Fernando Martínez Maíllo, al que su partido le premia tras su nefasta gestión al frente de la Diputación zamorana y su más que cuestionable ética en su etapa como miembro del Consejo de Administración de Caja España en el año 2009.

La única buena noticia que pudo desprenderse de un nombramiento tan rechazable es que el señor Maíllo no continúa avergonzando desde su cargo como presidente de la Diputación ni un minuto más a los zamoranos. Si en doce años Fernando Martínez Maíllo no hizo sino hundir a esta provincia por la que no movió un dedo desde su sillón en la institución provincial, mucho nos tememos y ya estamos comprobando que su labor desde la cúpula nacional es idéntica. Con este equipo que está conformando el PP, el fracaso de los populares en las próximas elecciones nacionales está garantizado y se lo habrán ganado a pulso.

Y ahora sigue sus pasos, impasible, la nueva responsable de la institución provincial, Mayte Martín Pozo, que recorre reuniones y pueblos para salir en la foto pero sin actuaciones concretas en pro del empleo y en lucha contra la despoblación que pueda ofrecer a los zamoranos. Como popularmente dice el refrán "mucha chicha y poca limoná".

Nos hablan de la reserva de la Biosfera como la panacea y nos dice la señora Pozo que se crearán muchas empresas, ¿empresas de qué, señora presidenta? No nos vendan más motos, ni Zamora ni los zamoranos se merecen que, una vez más, se les tome el pelo. Si se quiere, de verdad, crear empleo se empieza con proyectos que podrían generar miles de ellos como la Biorrefinería de Barcial del Barco que Ciudadanos está apoyando desde el minuto uno, mientras su partido no hace más que ponerle zancadillas. Desde Ciudadanos nos preguntamos además qué están haciendo las instituciones para la promoción y divulgación de la IGP (Indicación Geográfica Protegida) que tiene su sede en Zamora, nos tememos que muy poco.

Ustedes prefieren salvar otras cosas como el Consejo Consultivo, coladero de cargos para el PP y el PSOE, mientras nosotros abogamos por respetar el dinero público y no utilizarlo para un órgano que supone un montante de 2,6 millones de euros al año. Ustedes prefieren pagar asesores y colocar en puestos relevantes de la Diputación a personas de su partido que ni siquiera consiguieron merecer en las urnas el sillón que ahora ocupan en la institución provincial.

Un claro ejemplo es el exalcalde de Morales del Vino, José María Barrios, que después de dejar el Ayuntamiento de la localidad endeudado como está comprobando el actual equipo de gobierno y perder la Alcaldía en las pasadas elecciones, se le premia con un cargo de vicepresidente en la Diputación, y con esta pesada mochila a sus espaldas todavía es capaz de exigir dimisiones sin ningún pudor. O como sucede con Manuel Vega, asesor de Obras de la institución provincial y puesto a dedo, una decisión que será legal, pero a todas luces inmoral. Los cargos deberían elegirse regidos por términos de igualdad, mérito y capacidad, no por la amistad con el que ostenta el poder.

Ante esta situación, nosotros no podemos sino abogar por un cambio sensato que haga confiar de nuevo a la ciudadanía en los políticos. No nos interesan los cargos y los sillones, trabajamos para la gente de la calle, para nuestros vecinos, sin despachos, ni coches oficiales. No venimos a perpetuarnos en los cargos, no actuamos con prepotencia y soberbia. Hemos llegado a las instituciones con el apoyo de la gente para trabajar y no para hacernos la foto.