Este año Trabazos ha acogido el encuentro emotivo y emocionado, lleno de calor y fuerza, ya tradicional, de los misioneros alistanos regados por el mundo. Esos religiosos que van sembrando allá por donde van y desgranan sus recuerdos de esta tierra zamorana, son un ejemplo de vida dedicada a los demás, el más noble ejercicio que pueden ejercer los humanos.

Trabazos, situado en esa raya mítica y cargada de esperanza, ha dado durante años muestra de una gran actividad cultural, de esfuerzo de unión, siempre mirando al otro lado.

Este municipio alistano ha sido pionero en dar a conocer la música popular de una zona donde se mezcla el folclore y las costumbres. Ha potenciado también la ruta de las Siete Hermanas, una iniciativa que está ahí y ayuda todos los años a acercar dos países separados por una frontera absurda.

Trabazos ha marcado una cota muy alta, constituyendo un modelo a seguir. Llegué a este pueblo por primera vez en septiembre de 1956, a través de Viñas de Aliste y la entonces Cámara Sindical Agraria, una iniciativa que me arrastró a un peregrinaje por toda la provincia. Conservo muy vivos aquellos recuerdos cargados de amistad, que he podido alimentar durante décadas.

Hoy Trabazos es un ejemplo de la Raya, un pueblo que no deja de sembrar concordia y espíritu de unión, un municipio que siempre ha trabajado para acercar a dos pueblos que no deberían estar desunidos.

El encuentro de religiosos alistanos repartidos por todo el mundo es un ejemplo que nos debe hacer reflexionar sobre la importancia de acometer trabajos en común, siempre pensando en la unión, en juntar y no separar.