Durante los últimos días (y años) asistimos a la cuestión de la independencia de Cataluña. En la ruptura de la unidad territorial hay dos razones de fondo. La primera es la pérdida de una unidad anterior y mucho más profunda que la territorial, que servía de raíz y pegamento a todos los territorios y diferencias: la unidad católica de España. La razón de ser de todas las civilizaciones es la religión que las funda; cuando ésta se difumina, la civilización simplemente se derrumba. La razón de ser de España no es otra que la de verter su sangre por defender la fe católica. Así fue contra el arrianismo visigótico y después en la Edad Media cuando, aun existiendo territorial y legalmente varias Españas, todas ellas luchaban por la misma catolicidad frente al moro invasor. Los Reyes Católicos (se llaman Católicos por algo) lo tuvieron claro y defendieron la unidad religiosa, ora en territorios peninsulares, ora "plus ultra" llevando la fe a nuevos mundos. Con ellos podemos decir ya España en singular (aun permaneciendo diferentes tradiciones, lenguas y fueros en diferentes territorios), la misma que después luchó contra la Reforma Protestante? y así hasta la Guerra de la Independencia. Pero a partir del siglo XIX, con el azote del ateísmo y secularismo surgidos tras la Ilustración, la unidad religiosa, moral y espiritual quedó herida de muerte. Rota la unidad espiritual, España estaba sentenciada a la disgregación territorial, pues, para rellenar el profundo agujero dejado por la religión, surgió el nacionalismo que ahora padecemos. En cuanto a la disgregación cultural? No ha habido tal disgregación. La televisión se encargó de idiotizarnos con la "cultura" yankee, que, extendida mundialmente como una plaga, consigue que ya no haya diferencias verdaderas entre castellanos, catalanes, vascos o tailandeses.

La segunda razón de fondo en el problema de Cataluña es el sacrosanto y progre "derecho a decidir" aplicado a todo: aborto, cambio de sexo, elección de la orientación sexual... Si se puede decidir todo eso, ¿cómo no se va a poder decidir si Cataluña es o no es España?

Así las cosas, los diferentes partidos se enzarzan en el rifirrafe ideológico. Aunque, como dice el obispo José Ignacio Munilla, "todos piensan lo mismo, y no se sabe por qué discuten, pues todos están igual de secularizados". Pero con una diferencia substancial: los nacionalistas sí creen religiosamente en la independencia, mientras los defensores de la permanencia de Cataluña en España no saben en qué creen (¿dinero?).

"Miré los muros de la patria mía,/ si un tiempo fuertes ya desmoronados/ de la carrera de la edad cansados/ por quien caduca ya su valentía".