Además de un clásico de nuestro cine, "El Verdugo" (1963), está considerada como la mejor película del cine español. Triunfó en La Mostra de Venecia donde recibió el Premio de la Crítica Internacional, amén de sendos premios en el Festival de Moscú y en Francia donde obtuvo el Gran Premio de la Academia Francesa del Humor Negro. Dirigida por Luis García Berlanga, la escena final se inspira en la ejecución de Pilar Prades Expósito, "la envenenadora de Valencia", llevada a cabo por el verdugo Antonio López Sierra que junto con José Monero Romo, fue el último verdugo activo en España, ya que ocupó la plaza titular en la Audiencia Territorial de Madrid entre los años 1949 y 1975. La de verdugo era una profesión o un oficio, llámelo usted como quiera, que gozaba cierto predicamento en la España de la época, por cierto no tan lejana.

Quien crea que este oficio o profesión es historia, no ya en España, sino en cualquier lugar del mundo que se precie, se equivoca, desgraciadamente. En los países del orbe islamista, especialmente allí donde el "Daesh", y los talibanes mandan, las ejecuciones están a la orden del día. A título individual o colectivamente les importa un bledo apretar el gatillo contra su víctima o alfanje en ristre cortarle la cabeza, la mano o los pies, eso cuando no utilizan la lapidación cuyas destinatarias casi siempre son mujeres acusadas de infidelidad conyugal. Lo de menos es que sea o no cierto, lo verdaderamente importante para estos radicales es imponer sus castigos sin que les tiemble la mano.

El rizo lo ha rizado el Ministerio de Justicia de Arabia Saudí que ha hecho pública una oferta laboral espeluznante: su oferta pública para cubrir ocho plazas de verdugo. No hacen falta requisitos relevantes, no hace falta ser universitario, aunque también, si acaso hay que tener una excelente forma física y buena mano puesto que la mayoría de las ejecuciones y amputaciones se llevan a cabo con espada. Me da grima solo que de escribirlo. Me tiemblan ambas manos cuando poso mis dedos sobre las teclas del ordenador. Y que luego, los países de la Europa común, Estados Unidos y la mismísima Rusia, reverencien a los monarcas saudíes en sus viajes al extranjero como si fueran dignos de respeto y admiración. Resulta incomprensible.

Nos conviene saber que las autoridades saudíes, en lo que va de año, han intensificado la aplicación de la pena capital. Hasta donde se sabe han procedido a realizar 110 decapitaciones frente a las 90 ejecuciones con las que pusieron punto final al pasado año. En aquel país es todo tan opaco, todo se rodea de tal secretismo, su sistema de garantías está en tela de juicio.