El pasado fin de semana, Pereruela volvió a convertirse en santuario del barro. La séptima feria volvió a demostrar la fuerza de un certamen que reivindica cada año la fuerza de la cerámica, uno de los grandes avances de la revolución industrial.

La Plaza Mayor se convirtió en centro de encuentro. Acogió once puestos, uno del otro lado de la Raya, tres premios que el jurado otorgó a Pereruela, Muelas del Pan y Arroyo de la Luz, y una detallada y magnífica presentación del programa a cargo del alcalde de la localidad, Jesús Carnero, que dio paso a un magnífico pregón de excepcional categoría a cargo del periodista Javier Pérez Andrés, muy conocedor de este arte. Remató el acto el director del Museo Etnográfico, Carlos Piñel, que hizo un breve y acertado comentario.

Pereruela volvió a ser la gran capital del barro, ágora donde se unen la imaginación y el ingenio, labrados desde la prehistoria. Símbolo vivo del Sayago más creador, eterno e inmortal. Esa comarca sencilla y viva que lucha para no quedar aparcada en un rincón.

Las gentes sayaguesas siguen luchando sin parar con gran tenacidad y entereza, ejerciendo más que nunca el ejercicio de la subsistencia. Y todo en medio de ese paisaje donde cada ermita es una plegaria perdida en el monte, cada molino una parada donde refrescar el espíritu.

Sayago es un canto al trabajo y cada una de sus fuentes es una leyenda viva, ensalzada por encinas centenarias. Pereruela volvió a demostrar todas estas cualidades el pasado fin de semana.