Bendita, por muchas razones y todas de peso. Especialmente porque nos hacen la vida más segura. Y eso es así, aquí, en Zamora, y en cualquier punto de España y del extranjero. A la brillante actuación de la Policía de Zamora le remito, en el caso del joven que atracó una discoteca con una escopeta recortada. La ciudad necesitaría más efectivos humanos de la Policía Nacional, institución a la que respeto y admiro profundamente, sobre todo durante esas épocas en las que los atracadores se ponen tozudos intentando violar o directamente violando la intimidad de los hogares zamoranos.

Nuestra Policía Nacional está realizando un servicio extraordinario en cuantas embajadas españolas repartidas por el mundo presta su experiencia y su saber. La embajada de España en Jordania es una de ellas. En la legación en Amman son cuatro los uniformados que hacen más segura la estancia y por lo tanto la vida a los diplomáticos allí destinados. Uno de esos aguerridos y valientes policías es zamorano, Manuel Javier Montero. Este paisano nuestro está viviendo una experiencia inolvidable después de haber pasado por destinos duros y difíciles como el País Vasco durante aquellos años del plomo.

avi acaba de enviarme por WhatsApp una serie de fotos en las que aparece con su compañero, Rubén Gutiérrez, procedente de Alicante, el padre Ángel, de Mensajeros de la Paz, de visita en Amman para apoyar a los refugiados, cientos de miles, que huyen despavoridos de la guerra sin cuartel que se vive en Siria, país fronterizo con Jordania, y el cónsul, Javier Soria, que sustituye estos días al embajador, don Santiago Cabanas, un hombre afable y entrañable que, con su apoyo incondicional hace más fácil y si cabe más feliz el trabajo de los cuatro policías nacionales allí destinados.

El trabajo de Javi y sus compañeros requiere mucha responsabilidad y mucha atención, siempre con mil ojos y mil oídos por lo que pudiera pasar, dada la situación política y social en la zona, que no en la propia Jordania. A ello hay que añadir las temperaturas sofocantes que soportan y que todos ellos aguantan con un estoicismo admirable. Javier Montero salió de la comisaría de Zamora rumbo a Jordania. Aquí dejó amigos y compañeros a los que echa de menos, como echa de menos a su familia.

Dada la hoja de servicios individual y colectiva de los hombres y mujeres de este Cuerpo en verdad serrano, no me extraña que la Policía española goce de la consideración que, por méritos propios, ha alcanzado en Europa y en el mundo, siendo la más consultada y la más solicitada a la hora de resolver los más intrincados asuntos que imaginarnos podamos.